Kashmir:
Un
mes ya había pasado pero mi amiga no se encontraba nada bien, si esto
continuaba así tendría que mandar a Sebastián directo a la Antartida de un
puñetazo.
-¿No vas a decir
nada? – Sofía se sostenía la cabeza mientras trataba de ocultar las lágrimas
que le bañaban el rostro.
Sollozó un poco,
cuando estuvo más tranquila me permití hablar.
-No vas a hacer
nada, todo seguirá como siempre – Me encogí de hombros y asentí plenamente
convencida.
-¿De qué hablas?
– Tomó el pañuelo que le ofrecí y se limpió el rostro.
-Tienes ventaja,
ya sabes la verdad. Es momento de devolverle a Sebastián todo lo que ha hecho –
Corrí hacia su armario y saqué varias de sus mejores prendas, las lancé en la
cama – Te vas a vestir de infarto, pretenderás que no sabes nada de lo que te
contaron hoy y cuando sea el momento…
-¿El momento de
qué? – Me interrumpió - ¿De matarlo? ¿A eso te refieres? – Su cara no tenía
precio – No soy una asesina, no soy como él.
Bueno, he de
aceptar que en eso ella tenía toda la razón.
-Cuando sea el
momento en que él quiera matarte a ti estarás preparada para defenderte –
Sonreí ligeramente pero sin mirarla. No me gustaba hablar de esto, la piel se
me ponía de gallina de tan solo pensar que ella estuviera en peligro y que en
algún momento pudiera morir – te ayudaré. No sé cómo, no soy de mucha utilidad
siendo sólo un gato pero no voy a dejar que te haga daño.
-¿Qué es eso? –
Preguntó señalando el cuello de mi camisa escolar. Me miré y noté dos gotitas
pequeñas de sangre que resaltaban justo en el borde.
-Sangre, ya
sabes que cuando tengo algún recuerdo me sangra la nariz – Rebusqué en su ropa,
no sabiendo muy bien lo que hacía.
-¿Recuerdos? ¿Se
te ha olvidado contarme algo?
-La verdad – la
miré con disculpa – todo. Pero después tendré tiempo de ponerte al corriente,
ahora no es momento para eso.
Los vellos de
los brazos se me erizaron e instantáneamente me agazapé un poco. Como si se
tratara de un maratón corrí hacia mi mesa de noche, abrí el cajón y saqué una
novela romántica. Forcé a Sofía a que se sentará y le di el libro.
-Sebastián viene
para acá – expliqué – tenemos que tener una excusa para tu rostro hinchado de
lagrimas.
Los ojos se le
abrieron de par en par.
-¿Me veo mal? –
Rodé los ojos.
-Abre el maldito
libro y finge que lees – Me transformé en gato y para la impresión de ambas
salté por la ventana. No puedo explicar la horrible sensación que tuve al hacer
eso, juraría que el corazón se me detuvo y no volvió a latir hasta que estuve
en el suelo, sorprendentemente, de pie.
<<Estoy viva>> Corrí lejos de las
miradas curiosas de los estudiantes de la academia y me dirigí hacia el
edificio B en búsqueda de Ian. No fue muy difícil encontrarlo, estaba en su
habitación escuchando música y cantando la letra de la canción. Una vez dentro,
regresé a mi forma humana. Él no se sorprendió en lo absoluto. Lo miré con
atención y me pregunté por milésima vez, qué fue lo que quise decir en 1912.
Alrededor de su cuello se encontraba la cadena que llevaba el dije de unas alas
de ángel, él se percató de mi observación.
-¿Te gusta? – Me
preguntó con una sonrisa torcida.
-Es bonito –
Sonreí. Desvié la mirada hacia la cama de Sebastián y encontré un sobre con el
sello de la academia. No me importó mucho la idea de que estuviera invadiendo
la vida personal de una persona, o tener testigos en la habitación, después de
todo estamos hablando del asesino novio de mi amiga. Tomé el sobre y leí la
carta que venía dentro. Ian no dijo nada y me mostró un sobre idéntico al que
tenía en mis manos pero este era dirigido a él.
-¿No has
recibido al tuyo? Es la invitación para el baile de invierno – Mis labios se
formaron en una ‘O’
Había olvidado
que era dentro de unas semanas más. Arrugué el ceño.
-No tengo un
vestido.
-¿Piensas ir? –
Enarqué una ceja ante esa pregunta.
-¿No me piensas
invitar? – Lo miré fijamente, él suspiro y bajó el volumen del estéreo.
-Ya se lo pedí a
alguien más – Esperen, ¿qué?
Me levanté
bruscamente.
-¡¿Por qué
hiciste eso?! ¡¿En qué estabas pensando?! – Ian sonrió burlonamente.
-No sabía que
tenías tantas ganas de ir conmigo – Se sentó en la orilla de su cama y se cruzó
de brazos.
Comencé a
caminar por toda la habitación.
-¿No te sabes el
código de amigos? ¡Tenemos que ir juntos!
-¿Existe ese
código? Además, creí que habías dicho que salir con amigos ‘’es algo que las personas hacen cuando irremediablemente no pueden encontrar pareja y se ven en la necesidad de
recurrir a las amistades’’ Estoy seguro que encontrarás a alguien más con quién
ir. – Me sorprendí por su buena memoria.
-Pero tú me habías pedido ir
¿recuerdas? Ya habías quedado conmigo – Alegué.
Él soltó unas risitas pero no de
diversión sino de confusión.
-Nunca me dijiste que aceptaras
la invitación, además tienes razón es mejor que salgamos con otras personas.
Me giré hacia la ventana dándole
la espalda.
-¿Y con quién vas?
-Con Areli.
Juraría que en ese momento se me
olvido que el asesino era Sebastián, quizá fue por estar en su habitación llena
de su aura pero sentí unas tremendas ganas de sesgar vidas.
Me di la vuelta para enfrentarlo
pero me quedé callada, esto era ridículo. Él podía hacer lo que se le viniera
en gana, ¿qué era yo? Sólo su amiga de todas mis vidas, no era suficiente razón
para enojarme… ¿por qué me molestaba tanto la idea?
Areli es mi amiga después de
todo… ¿no?
-¿Todo está bien? – Me preguntó
pero no respondí, intentó tomarme de la mano pero mis músculos se tensaron.
Sentí la necesidad de alejarme. Suspiró - ¿Cómo planeas que vayamos a un baile,
juntos, si ni siquiera soportas que te toque? No puedo luchar contra el miedo
que me tienes.
-Lo siento, no puedo evitar algo
que ni siquiera entiendo. Olvídalo – Sonreí, aunque no estuviera en lo absoluto
feliz, pero era una profesional con certificado en aparentar algo que no sentía
– Si quieres sal con un montón de chicas y déjame a mí sola tirada en un rincón
de esta oscura y fría academia – Él rio y me despeinó.
-Vamos, ve en búsqueda de la
víctima perfecta para el baile.
<<Ian es tu amigo,
cualquier cosa que paso antes ya no existe si es que en algún momento algo
ocurrió>> me repetía
-Tienes razón – admití – aunque
realmente nunca tuve demasiadas ganas de ir a ese baile, probablemente
Sofía me
obligue a asistir.
Sofía:
¿Por
qué Sebastián jamás me dijo la verdad, por qué jugó conmigo? ¿Estábamos
últimamente tan conectados que no me di cuenta de que me ocultaba algo? ¿O peor
estaba tan enamorada de él que no me di cuenta del pequeño detalle de que era
una asesino? Pero es que si él quisiera matarme ya lo hubiera hecho ¿no? ¿Para
qué esperar? ¿Para que me pueda dolerme más y así disfrutarlo como nunca? Esas
preguntan rondaban en mi cabeza mientras miraba al techo de la habitación. ¿Qué
significaba yo para Sebastián? ¿Un juguete? ¿Una aventura? ¿Una niña estúpida
que se enamoro de un vampiro? En fin…eso ya no ocurriría nunca más.
Me tumbé de nuevo en la cama con el libro que me había ofrecido Kashmir, con todo esto no le había dado las gracias por apoyarme. Me sentía inútil, no sabía qué hacer.
Se
abrió la puerta y me levanté de un salto. Allí estaba
en el umbral de la puerta recargado sobre ella.
-Hola
preciosa- saludó Sebastián – ¿Cómo te encuentras? No te he visto muy seguido
¿demasiados trabajos escolares?
No
‘’querido’’ he estado por un mes evitándote y poniendo excusas a cualquier
salida que me propones.
No
sabía que responder ¿Reclamarle? ¿Gritar
como histérica? ¿Golpearlo hasta que me cansara?
¿Llorar?
¿Llorar?
Pero recordé las palabras de Kashmir. Así que me
mantuve serena, respiré y con una gran sonrisa dije:
-
Estoy perfectamente. Pero esta novela –Señalé la portada azul de algún libro de
Kashmir, ni siquiera me había fijado cuál era o si en realidad me dio un libro
escolar – me hace llorar bastante.
Me levanté de la cama y me dirigí hacia el tocador
Notó
que estaba incomoda y preguntó
-¿Te
pasa algo? ¿Alguien te causo algún daño porque yo puedo…
Lo
interrumpí en ese momento
-Estoy
bien, me siento perfectamente - Repetí
Nos quedamos un rato en silencio, me tumbé en
la cama de Kashmir y miré al techo. Sebastián se acostó a mi lado. Lo quería tanto
que no pude alejarlo de mí, además no podía estar sin él mucho tiempo; solo
quería sentirlo, mirarlo a los ojos y pensar que todo lo que había pasado era
solo una mentira. Maldita realidad.
Me levanté y me quedé sentada en la cama, sentí que iba a comenzar a llorar pero Sebastián se anticipó.
-Oye
se acerca el baile de invierno, ¿no crees que debemos ir juntos? - dijo
mientras se acercaba a mí y me besaba el cuello.
Sentí un escalofrió de placer pero me aparte de él rápidamente.
Me miró con desaprobación y confusión.
Sentí un escalofrió de placer pero me aparte de él rápidamente.
Me miró con desaprobación y confusión.
-¿Los
dos juntos?
-Sí,
claro, somos pareja – Frunció el ceño, debería estar sospechando que algo no
estaba marchando nada bien.
-Pensé que no te gustaban esos eventos mundanos - la verdad era que lo que más quería era ir con él al baile, sentirnos una pareja impactante y bailar piezas lentas junto a él. Lucirnos y que todos los estudiantes de la academia tuvieran los ojos puestos en nosotros.
-Pero sé que a ti si - respondió mientras me tomaba de la mano- ¿De verdad que no te ocurre algo? Sabes que puedes confiar en mí.
Mentira. No puedo confiar en ti.
-Estoy
bien…pero no podré ir contigo al baile
porque Ethan me invitó - solté eso sin ni siquiera pensar- y le dije que sí.
Me miró con rabia y sentí cómo me apretaba la mano.
-Sebastián suéltame – Gemí mientras reprimía un
grito de dolor
Parecía poseído, pude notar que me enseñaba sus colmillos. Jamás había ocurrido eso antes, no me había amenazado de esa forma en ningún momento y sentí unas tremendas ganas de salir de ahí en cuanto antes.
Parecía poseído, pude notar que me enseñaba sus colmillos. Jamás había ocurrido eso antes, no me había amenazado de esa forma en ningún momento y sentí unas tremendas ganas de salir de ahí en cuanto antes.
-NO PUEDO CREER QUE ME ESTÉS HACIENDO ESTO -Gritó mientras rompía mi mano
Aullé de dolor y me tiré al piso. Sentí que mi cuerpo se sacudía, si no me apartaba de él cuanto antes podría transformarme en lobo dentro de la academia y eso no sería bueno.
Salí
de la habitación.
Corrí entre los pasillos de la escuela, hasta
salir a los jardines y apartarme de todos los estudiantes aunque no pude evitar
la mirada curiosa de uno que otro. Me senté debajo de la sombra de un árbol
sosteniendo mi mano derecha, la sangre se movía violentamente en el interior
curándola con gran rapidez.
-¿Qué te paso?
Levanté la mirada y encontré a Ethan. Llevaba el uniforme de la escuela y sostenía el libro de fotografía en una mano
-Te
estaba buscando, fui a tu cuarto y no había nadie – Se explicó - Así que supuse
que estarías aquí y estaba en lo correcto – Me miró la mano - ¿Qué te pasó?-
Preguntó serio.
-Nada
importante- respondí
Se
sentó a mi lado, tomó mi mano entre las suyas y la miro detenidamente.
-Ya casi esta mejor.
-Olvidaba que sanabas tan rápido.
-No
recuerdo a verte dicho ese detalle- dije
confundida
-¿No? Entonces seguramente lo leí en algún lado.
Nos
quedamos en silencio y después de rato soltó:
-Fue
Sebastián, ¿verdad?
Asentí.
-¿Por
qué sigues con él entonces?
-Supongo
que a este estado se le llama enamorarse, cuando no estoy con él me siento
perdida, rara e incompleta
-No
es enamorarse, es…- no terminó la frase - no importa lo que sea, es el caso es
que tu estarías mejor con otra persona
Me apartó el cabello de la cara y me besó la
frente
-Sé
que tal vez no sea el mejor momento pero, ¿te interesaría ir conmigo al baile de
invierno conmigo?
Me
le quedé mirando un momento. Esto era perfecto para cubrir la mentira que le
dije a Sebastián.
-Claro
que si, será genial- Respondí sin mucho ánimo
-Perfecto,
te seguro que te divertirás demasiado.
-No
lo dudo
¿Por
qué no me pude enamorar de alguien como Ethan? Aunque, aún no es tarde.
Kashmir:
-Te divertirás – Ian seguía tratando de convencerme.
-Sobre todo tú – Fijé la mirada en la puerta.
-¿Qué?
-Nada. Tengo que irme, debería cuidar de Sofía que
no se sentía bien – Salí por la puerta ante la mirada confusa de Ian. No me
importaron mucho las miradas de los demás alumnos del sexo masculino que se preguntaban
qué carajos hacía en sus dormitorios.
Areli abrazaba a Sofía en el pasillo que daba hacia la
biblioteca. No parecía un abrazo de consuelo y mucho menos por las risas de
felicidad de la primera. Me acerqué a ellas vacilantemente, quizá tenían un tema
privado del cual hablar y yo no debería escuchar… qué va, me molestaba la idea
de que Areli estuviera hablando sobre su ahora cita con Ian. Me decidí por ir,
no debía de andar de tonta. Me abracé, el viento helado de finales de noviembre
no se estaba haciendo esperar.
-¡Kashmir! – Gritó Areli y también me abrazó – ¿Ya
has decidido con quién irás al baile? ¿O no has tenido ningún pretendiente? Yo
he tenido muchos – Me miró inocentemente.
Su pregunta me molestó. Rodé los ojos.
-Acaban de dar las invitaciones Areli, antes no
había puesto atención en el evento.
-Ah, entonces nadie te lo ha pedido. – Me acarició
el brazo, ‘’reconfortándome’’ - Alguien
lo hará ya verás. Por mi parte ya he decidido con quién ir.
Sofía me miraba, probablemente pensaba que en cualquier
momento le iba a dar un puñetazo en la cara a nuestra rubia amiga pero preferí
mostrar calma… aunque ganas de golpearla no me faltaban.
-¿Y con quién vas? – Preguntó Sofía. Esperaba que ya
se sintiera mejor, aunque era bastante obvio que sólo le prestaba la mitad de
su atención a Areli por pensar en alguien más.
-Ian – Canturreó y pasó su brazo por mis hombros -
¿No crees que formamos bonita pareja? ¡Ya tengo mi vestido! Sólo faltan dos
semanas y quiero estar perfecta para ese día. Quizá me convierta en tu cuñada,
Kashmir. Con eso de que tú y él se hicieron muy amigos ya lo debes considerar
como un hermano.
Me limité a sonreír un poco.
-Claro, pero, ¿qué pasó con Mateo?
-¿No se llamaba Matías? – Preguntó Sofía.
Areli rodó los ojos.
-Ya no me importa. Ahora tengo a Ian.
-Sólo es un baile Areli – Protesté – No te hagas
tantas ilusiones.
-Ya verás como termino con novio después de esa
noche – Sonrió - ¡Por cierto! – Sacó un frasquito azul de su bolso – Aquí
tienes otra poción para tus recuerdos – Me la tendió.
-Ya no las necesitaré, gracias – Hizo una mueca.
-Sólo toma esta y ya – Insistió.
-No, es que ya no las necesito – Alegué.
-Pero ya he gastado dinero y tiempo en hacer esta,
tómala – La tomé a regañadientes, no sabían nada bien esas cosas.
-De acuerdo, gracias.
-Pero la tienes que tomar dentro de una semana más.
-¿Por qué? – Me confundía tanta insistencia de su
parte.
-Es especial, incluso te sabrá diferente. Sólo es
para recuerdos más exactos pero sólo sirve en ciertos momentos especiales.
-Está bien, prometo seguir tus indicaciones.
-¡Perfecto! Tengo que marcharme – Besó mi mejilla y
la de Sofía como despedida y desapareció con su caminar de modelo.
-No sabía que Ian tenía interés en Areli – Habló
Sofía.
-Yo tampoco – Gruñí.
Ella sonrió con burla y enarcó una ceja.
-¿Algún problema con eso?
-Ninguno – Me encogí de hombros.
. . .
Bien, tengo que tomar esto ahora. Hazlo. Ya.
La poción de Areli iba y venía, no quería tomarla
después de que mis recuerdos mejoraran visiblemente desde que Eliot me inyectó
sangre de dragón. Además de que seguía enfadada con ella por restregarme en la
cara su cita. ¿A mí qué más me da que ella salga con Ian?
Abrí de nuevo el frasco azul y descubrí que olía a
cítricos, me encanta el aroma. De hecho, es extraño porque huele exactamente
que Ian. Sonreí mientras lo olía, ¿por qué no? Tomé un pequeño sorbo pero una
voz que provenía de la ventana me asustó y provocó que tirara parte del
contenido en mi pijama de spiderman.
-Maldición – gruñí. Dejé el frasco en el tocador y me
volví hacia mi visitante que se estaba riendo de mí. Ian estaba apoyado en el
marco de la ventana con los brazos cruzados y una ceja alzada.
-Que sexy pijama – Se burló.
-La gente normal usa puertas – Señalé la puerta de
madera que no se encontraba muy lejos.
-Lo dice la chica que sale brincando por las
ventanas en forma de gato – Rodó los ojos - ¿Qué era eso? – Preguntó señalando
el frasquito.
-Una poción de Areli – Tomé un pañuelo y comencé a
limpiar lo que pude del desastre – aunque ya no las necesito pero francamente
esa olía y sabía esplendida – Las mejillas se me sonrojaron un poco.
-¿Cómo que ya no las necesitas? – Me giré hacia él
sorprendida, no le había contado nada de mis viajes con Eliot.
-Uhm, pues no. Eliot creyó que la manera más eficaz
sería inyectarme…
Cerró los ojos y se frotó las sienes.
-¿Sangre de dragón?
Asentí y sonreí tímida, era obvio que no le agradaba
la idea.
-Así es más sencillo todo.
-Incluso viajar en el tiempo ¿no? – Abrió los ojos
para fulminarme, nos había atrapado.
-Lo siento.
-¡No puedo creer que hagas eso! – Caminó por la
habitación frustrado. Se pasó la mano por el cabello y se posicionó a mi lado.
-Tengo derecho a saber sobre MÍ pasado – Me crucé de
brazos – Lamento que no te guste la idea pero no lo voy a dejar de hacer
-¿Hace cuánto fue tu último viaje con él? – Estaba
muy enojado, sentí un deja vú cuando lo vi de esta forma y tuve ganas de
sonreír.
-Un mes más o menos.
-No quiero que vuelvas – Sentenció.
-Es una lástima que no lo quieras – me encogí de
hombros – pero si un día no me encuentras ya sabes porque época estoy.
Nos retamos con la mirada pero estaba claro que no
podría convencerme. Me tomó de los brazos y me aprisionó contra la pared.
Aunque su aroma me aturdió un poco no iba dejar que me ganara por mi debilidad.
-La próxima vez cuéntame todo, si quieres seguir de
terca por lo menos avísame – Me soltó y caminó al tocador para tomar la poción.
-¿Qué es lo que te preocupa tanto, eh? ¿Qué es lo
que no quieres que vea? – Enarqué una ceja.
-Es obvio que sigues desconfiando de mí.
-Una vez dijiste que tenía motivos para hacerlo,
¿por qué no me cuentas todo de una maldita vez?
Sonrió malicioso.
-Tú y yo éramos pareja en el pasado ¿Sabes? En 1912
y de nuevo en 1965 – Abrí mucho los ojos aunque comenzaba a sospecharlo desde
hace unas semanas pero ¿una cuarta vida? Eso no me lo habían contado – pero
siempre todo termina arruinándose. ¿Y tienes idea de por qué? – Negué con la
cabeza – Hay alguien que continuamente quiere llevarte y lo consiguió en tres
de tus vidas, en la cuarta creí que lo mejor sería alejarte definitivamente de
mí porque siempre te llevo directo a esa persona. Lo mejor era que jamás
volvieras a renacer aunque me doliera – Un horrible escalofrío me recorrió la
espalda, el ruido de una tormenta estaba llenando a mis oídos aunque afuera la
noche estuviera tranquila – por eso me tienes miedo por todo lo que te hice en
tu vida anterior a esta.
-¿Qué hiciste? – Pregunté con voz débil.
-Siempre volvías por mí, lo lógico era hacer que
sintieras odio y que jamás quisieras volver a verme. Así no tendrías motivos
para querer volver a vivir.
-¿Qué hiciste? – Repetí.
-Si tienes tantas ganas de ponerte en peligro – se
encogió de hombros – pues descúbrelo por ti misma.
¡Si será idiota! ¡De nuevo no me decía nada!
-¡Eres tan desesperante! – Le aventé un zapato que
esquivó perfectamente. Tomó el frasco azul del tocador y se lo llevó a la
nariz, lo olió e inmediatamente lo tiró a la basura.
-No bebas esa poción – Advirtió
-¡Estás loco! ¡Sabía deliciosa! ¿Qué ocurre contigo?
– Caminé hacia él con pasos largos y me detuvo por la cintura.
-Exacto, cuando una poción sabe y huele bien quiere
decir que fue hecha con malas intenciones. Sólo es un método para que la presa
caiga con mayor facilidad – Caminó hacia la cama y se aventó en ella.
-Pero tomé un poco – Fruncí el ceño.
-No confiaría mucho en los sueños que tendría esta
noche si fuera tú.
-Ian ¡lárgate de mi habitación! Tengo que dormir
para el baile de mañana – Me crucé del brazos exasperada por su presencia y su
actitud de sabelotodo.
-Lo mandona nadie te lo quita – Tomó la punta de la
sábana y se envolvió con ella – Cuando dejes de gritar apagas la luz por favor,
también quiero dormir.
Idiota.
-¡No estoy jugando! ¡Sal de mi cama! ¡Sal de mi
habitación!
Fingió unos ronquidos.
-¡Te crees tan listo!
-¿No te muerdes la lengua? – Murmuró por lo bajo
pero lo escuché perfectamente.
Eso era todo.
Me tumbé en la cama y forcejeé para recuperar la
cobija. Pesé a mi esfuerzo, no conseguí mucho.
-¡No te dejaré dormir conmigo!
-No quiero dormir contigo – Respondió – hay otras
dos camas y un suelo muy grande para que puedas descansar.
Idiota.
-¡Ya no eres un niño! ¡Incluso eres un viejito de
más de doscientos años! – Repliqué
-Soy bastante joven para mi edad – Se defendió. Hubo
un momento de silencio mientras los dos estábamos recostados en la cama, era
momento de mi siguiente estrategia.
Me levanté y tomé la almohada de Sofía, corrí hacia
él para pegarle en la cabeza con mi arma. Comencé a reír ruidosamente cuando
escuché cómo se quejaba.
-¿¡Y yo me comporto como un niño?!
Le besé la mejilla por acto reflejo ante su
expresión, dejándonos a los dos un poco desconcertados.
-Ya no te tengo miedo – Le susurré al oído – sea lo
que sea que hiciste ya no me importa.
-¡Bien! – Gruñó y se incorporó – Me voy a mi
habitación.
-¡Ian! – Sonreí y le tomé de la mano – Es enserio.
Me devolvió la sonrisa.
-Ya lo sé – También besó mi mejilla y se encaminó a
la ventana.
-Duerme bien – Me despedí – Necesitas estar hermoso
para Areli.
-¡Tonta! – Me gritó después de haber cerrado la
puerta, me partí de risa aunque por dentro realmente estuviera molesta con la
idea.
La verdad es que realmente el miedo que le tenía a
él se había diluido considerablemente pero dos nuevos sentimientos crecieron
después de los sueños que tuve esa noche.
Celos y rencor.
Sofía:
Me desperté
entre una multitud de personas con olor a perfumes caros, sonidos de tacones y platicas entre las
chicas.
Obviamente tenía
que ser el día del baile.
Estas semanas
habían pasado demasiado rápido, toda la emoción y los preparativos que
conllevaba el baile habían capturado el tiempo en la academia. En estos momentos donde faltaban solo unas
pocas horas para el evento todos los alumnos estaban vueltos locos con los
últimos detalles del gran a baile, algunos con la música que tocarían en la
fiesta, otros con la vestimenta que llevarían etc.
Mientras tanto
yo estaba sentada en mi cama, pensando en cómo sobreviviría estar en ese evento
sin Sebastián, hacía una semana que no nos dirigíamos la palabra y me enteré de
que el iría al baile con otra persona…este no era mi mejor momento.
Pero viendo el
lado positivo de todo esto, Ethan y yo estábamos más unidos que nunca.
-¡Buueeenas
tardees! – Canturreó Kashmir al entrar a la habitación con un gran tazón de palomitas
de chamoy y un jugo de naranja gigante.
-¿Aún no superas
esa obsesión? – Pregunté con un bostezo señalando sus alimentos.
-¡Nunca mientras
esté viva! – Se aventó a la cama –Últimamente estás muy cansada, ¿es algún
síntoma de lobo?
Asentí.
-La luna llena
es mañana – Me tallé los ojos y tomé un puño de palomitas, me miró como si me
fuera a matar por eso.
-Yo no tomo tu
ropa, tú no tomas mi comida.
-Egoísta.
-Y
orgullosamente – Se fue a recostar a su cama – Son las cinco, ¿piensas
arreglarte para el baile?
Rodé los ojos.
-¡Claro! –
Caminé hacia el hermoso vestido que reposaba en la silla del tocador - ¿Y tú?
Siempre te arreglas en los últimos cinco minutos– Me burlé. Ella me iba a
aventar una palomita pero decidió que era mejor llevársela a la boca.
-No iré.
-¿¡Qué?! ¿¡Sabes
cuánto tiempo duré haciendo tu vestido?! – Me aferré al tocador y me llevé una
mano al pecho.
-No quiero ver a
Ian – Tomó un poco de jugo e hizo un puchero, pero noté que los ojos se le
ponían vidriosos.
-¿Te hizo algo?
– Pregunté cuidadosamente, Ian no parecía ser un mal tipo. Me agradaba mucho y
era divertido, pero si ella así lo pedía yo podía ir a arrancarle un brazo.
-Ayer tuve un
recuerdo horrible sobre él.
-¿Qué recuerdo?
– Me senté en el borde de su cama.
-¿Sabías que mientras
estaba conmigo también estaba con otra persona?
-Un momento….
¿Son novios? – Me perdí completamente con eso ¿cuánto me había perdido?
-¡No! Pero antes sí. Parece que en las dos últimas
vidas, tuve un recuerdo en donde yo lo sorprendía besándose con… alguien – Se
removió incomoda
-¿Con quién?
-Con alguien a
quien en cuanto vea hoy voy a golpear – Gruñó.
-Entonces harás
lo mismo que yo – Sentencié – Te vestirás tremendamente sexy con el vestido que
YO te hice, golpearás a ella y le
dirás a Ian hasta de lo que se va a morir.
Ella entrecerró
los ojos.
-Y si no, ¿qué?
– Me desafío.
Caminé hacia mi
cajón y tomé una cinta enorme, la estiré y sonreí malévolamente.
-No te
atreverías….
Sí, sí me
atreví.
Una vez que ella
estuvo vestida la liberé de la silla a la que la amarré. Le había preparado un
vestido rojo que llegaba poco más arriba de las piernas, se sujetaba por el
cuello y tenía un escote coqueto pero sin llegar a mostrar mucho. Sus zapatos
también eran rojos y le ondulé el cabello que llevaba suelto. La maquillé muy
poco pero le di énfasis a sus ojos con tonos oscuros.
Por mi parte mi
vestido era largo, una combinación de telas con tonos morados, beige, azul y
blanco. Tenía brillo y el escote también era discreto, los zapatos eran de un
plateado metálico y con un tacón muy alto. Me agarré el cabello y dejé unos
pocos mechones sueltos.
Cuando dieron
las ocho en punto obligué a Kashmir a
cruzar las enormes puertas para entrar al salón principal donde se efectuaban
los eventos importantes. El salón era imponente, era la primera vez que
entrabamos a él pues normalmente los de primer año tenemos bastantes menos
privilegios como asistir a ciertos lugares o acontecimientos de la escuela.
-Wow – Exclamé
emocionada.
Candelabros
negros colgaban de los techos dando un toque gótico especial, los ventanales
gigantes tenían recogidas con un listón dorado las cortinas de un rojo borgoña.
El suelo era de madera, las mesas estaban acomodadas del lado derecho cubiertas
con manteles negros, una banda estaba tocando en el escenario y pequeños copos
de nieve caían de la nada.
-No está mal –
Admitió Kash – Mira, Ethan viene para acá-dijo Kashmir
Giré mi mirada
hacia donde estaba Ethan. Se veía muy guapo, con esmoquin de color negro y su
cabello peinado hacia un lado.
Se paró delante
de mí
-Te vez
increíblemente hermosa - dijo mirándome a los ojos
-Adulador –
Murmuró Kashmir mientras fingía toser.
Me sonrojé.
-Gracias, tu
estas de lo más guapo –respondí coqueta.
Me tomó de la
mano y me dirigió a la pista de baile. Escuché a mis espaldas que Kash
mencionaba algo como ‘’Abandona amigas’’
No mentiré, me
divertí mucho; Ethan tiene ese don de hacerme sentir relajada y feliz.
Bailamos
demasiadas canciones, haciendo nuestros mejores pasos de baile, hasta los más
ridículos. Pero comenzaron las canciones románticas, me incomodé. Ethan lo
noto, me brindo una sonrisa se acerco a mí, me tomo entre sus brazos y
comenzamos a bailar.
Estar tan cerca
de Ethan era extraño pero a la vez placentero. Olía a menta y jabón. Cerré los
ojos y me deje llevar entre sus brazos,
me sentía muy bien. Entre los compases del baile abrí mis ojos y allí estaba él, mirándome con odio. Nunca me había
dando una mirada tan perturbante.
Sentí que me
faltaba el aire y que mis manos
temblaban.
-¡Te encuentras
bien? - Preguntó Ethan a mi oído
-N-no-respondí
tartamudeando-digo sí, esto es algo normal ya que viene la luna llena, ya sabes
que me pone toda loca – Completé nerviosa - Saldré un momento para calmarme.
-Te acompaño –
Se ofreció
-No, no debes de
hacerlo, en estos momentos es mejor estar sola.
Me miró confundido pero asintió y me dejó ir. Salí
casi corriendo del salón, pero me calmé cuando sentí la suave brisa al
acercarme al jardín.
Kashmir:
Sola. Estaba
malditamente sola ¿En qué momento mi cerebro pensó que sería buena idea estar
en un baile así sin pareja?
Suspiré y me
acerqué a los ventanales mientras Sofía bailaba. Noté alguna que otra mirada
sobre mí pero las ignoré, no necesitaba de las chicas critíconas. El usar rojo
no siempre era lo mejor si querías pasar desapercibida.
-Parece que sí
viniste – La voz de Ian sonó a mi espalda, me di la vuelta y lo que vi me
desagrado a sobremanera. Estaba tomando de la cintura a una Areli de sonrisa
boba y mirada presumida.
Pero eso no era
todo, en su cuello descansaba la cadena con el dije de alas de ángel que Ian me
había regalado alguna vez. El corazón me latía muy rápido de la desesperación y
la furia. Ella llevaba un vestido muy corto y escotado de color azul, se veía
bien lo que me hacía enojar más.
No, no soy
invisible. No soy una idiota a la que pueden manejar a su antojo.
Arranqué de un
tirón la cadena dejándole una marca en el cuello a ella. Me miró horrorizada y
se quejó de dolor, se apresuró a tocar la herida.
-Esto es mío –
Respondí a la mirada de los dos.
-¡Claro que no!
¡Él me lo regaló!
-¿Y qué más te
regaló, Areli? – Pregunté soltando todo el veneno que pudiera con mis palabras
- ¿Te agradaron los besos? ¿Sus caricias? ¿La aventura de ser la otra mientras
él estaba conmigo? ¿Te agrada ser una zorra?
Ian cerró los
ojos con eso, me di cuenta que lo que menos quería era que descubriera la
verdad.
-Por mí se
pueden ir derechito al demonio.
Caminé hacia la
pista de baile y comencé a bailar con James, el brujo y compañero de Ian.
Sofía:
Había diferentes
parejas hablando o bailando. Caminé un poco tratando de aclarar mis ideas.
Me sentía
horrible por dejar a Ethan así, pero ver a Sebastián me confundió mucho; no
había duda de que amaba a Sebastián pero haber estado tanto tiempo con Ethan
había generado que tuviera un gran cariño por él. Así que en resumen me sentía
como la peor persona por estar engañando de esta manera a Ethan, yo sabía de
sus sentimientos y él sabia de mis
sentimientos hacia Sebastián, pero de todas formas quería que se quedara
conmigo, no quería sentirme sola además Ethan siempre me hacía sentir mejor,
era algo adictivo estar con él, algo así como lo que siento por Sebastián pero
en menor escala.
Alguien jaló de
mi brazo y me sacó de mis pensamientos. Giré mi cabeza molesta y me encontré de frente con Sebastián.
-¿Por qué tan
sola? - Preguntó con una de sus maravillosas sonrisas
-Eso es algo que a ti no te debería porque interesar
-Contesté fría
-¿Y por qué no
debería interesarme?
-¿Ahora me vas a
decir que te preocupas por mi? - Dije molesta - No me vengas con eso Sebastián.
-¿Qué te pasa? ¿Por
qué eres así conmigo? no te he dado
razones para que me trates de esta manera-gritó
-¡Claro que me
las has dado!
-Entonces dime,
¿Cuáles son? - Preguntó atrayéndome hacia él.
No pude negarme
y dejé que me abrazara, lloré escondiendo mi cara entre su pecho; sentí como me
dio un pequeño beso en mi cabeza y me decía que todo estaría bien.
Eso era algo de
lo que no estaba segura.
-¿Cómo lo sabes?
- Pregunté alejándome repentinamente de él - Mejor dicho, ¿Cómo sé que puedo
confiar en ti?
-Nunca te he
fallado.
-Sí lo has hecho
- Respondí con un hilo de voz
Tal vez me
arrepentiría de lo que iba a hacer pero era momento de sacarlo o estaba segura
que me podriría por dentro
-Me has asesinado,
en cada una de mis vidas -dije llorando-¿Es que nunca me lo ibas a decir? ¿Estabas
esperando a que otra vez me enamorara de ti para cometer otro homicidio? Pues
esta vez no te lo dejare fácil, voy a luchar para mantener mi vida - Completé
furiosa
Su cara era el
vivo retrato del dolor, jamás lo quise ver así pero se lo merecía.
-Tú no sabes por
qué lo hice – Respondió secamente
-Tal vez tienes
razón, pero lo voy a averiguar
-Deja que yo te
explique - Comenzó a decir cuando lo interrumpí
-No, no quiero
nada de ti. NADA. Creo que has hecho suficiente ¿no lo crees? –Dije secándome
las lagrimas.
-Tú no sabes
cuánto te amo, todo lo que he hecho por ti.
-¿Me lo estas
cobrando?
-¡NO! no es eso,
no sabes nada y no quieres saberlo, prefieres escuchar a las demás personas que
a mí.
-¿Cómo quieres
que te crea? Mira con lo que me has salido, no te entiendo…-dije mientras otra
vez mis ojos se llenaban de lágrimas
-Cree esto-soltó
mientras se acercaba velozmente a mí,
Me miró ala los
ojos, me tomó de la cintura y me besó los labios.
Era un beso
apasionado y excitante, nuestros labios pedían más el uno del otro; hace siglos
que no nos besábamos estábamos recuperando el tiempo perdido.
¿Estaba segura
de querer estar con un asesino-vampiro que era realmente guapo y besaba de
maravilla? ¿O estar con una persona como Ethan?
-¿Qué están
haciendo? - Preguntó una voz a nuestras espaldas. Me giré en dirección a la voz
y quedé petrificada al ver que era Ethan con una expresión de dolor dibujada en
la cara
-Nos besábamos ¿Qué
no era obvio? - Dijo sarcástico Sebastián
-¿Y Sofía está
de acuerdo en que un asesino la bese?
Mire a Sebastián y vi como se ponía rígido.
Comenzó a abrir lentamente la boca para que observáramos sus colmillos
-Ethan vete –
Dije seriamente.
-No me voy a ir sin ti-respondió firmemente
Sebastián
comenzó a caminar hacia él
-Te voy a matar.
Sebastián ya estaba enfrente de él y seguía
mostrando sus colmillos, Ethan lo miró.
-No quiero que
estés con ella, ni la toques ni le hables - dijo Sebastián con una voz que me hiso temblar, jamás lo
había escuchado hablar tan serio
-Hemos visto que
no puedes impedir que esté con ella, no eres tan fuerte siempre terminas
matándola -completó cruelmente
-¡Esta vez será
diferente! - Gruñó Sebastián -¡Esta vez no permitiré que le hagas eso! esta vez
será diferente.
-Eso está por
verse –Respondió Ethan con una sonrisa burlona
Me interpuse
entre los dos antes de que alguien saliera herido
-Es momento de
calmarnos e irnos, estamos armando una escenita-Empujé a Sebastián hacia atrás
-Me parece
bien-dijo Ethan mientras me tomaba de la mano y me dirigía hacia la entrada –
vámonos.
Sebastián me
tomó del otro brazo y me atrajo hacia él.
-¿Por qué te
vas? - Preguntó seductoramente a mi oído
Me hizo temblar
de placer. Me aparté.
-Es cierto yo
soy la pareja de Ethan y me voy con él, debemos hablar más tarde, te veo en mi
cuarto-completé mientras la mirada acusadora de Ethan se posaba en mi.
Sebastián sonrió
victorioso
-No faltaré por
nada del mundo.
Giré por última
vez mi cabeza para mirar a Sebastián, estaba deliciosamente atractivo
Kashmir:
Ian había estado
la mayor parte del baile mirando en mi dirección, Areli se quejaba
escandalosamente de su cuello para atraer su atención y yo… sólo me paseaba por
el salón. A veces bailando, a veces sentada o tratando de platicar con mis
amigos.
Al ver que no me
la estaba pasando nada bien decidí que lo más inteligente era marcharme. Cuando
salí un grito me detuvo
-¡Espera! – Ian me
alcanzó y se posicionó delante de mí.
-¿Qué? –
Entrecerré los ojos - ¿Areli te dio permiso de venir?
-Yo te
advertí...
-Y te dije que
te perdonaba lo que sea que me hubieras hecho antes, no mentía – Levanté la
barbilla para dar más firmeza a mis palabras – Pero no soporto que seas tan
sínico. Si tanto la quieres a ella ¿por qué me buscabas? ¿No era más sencillo
dejar que tuviera una vida tranquila?
Puso sus manos
en mis hombros y me miró a los ojos.
-No la quiero a
ella
-¿Y por qué le
diste mi collar? – Le mostré la cadena que aún mantenía en mi mano.
-No se la di,
ella la tomó y prometió devolverla.
-Y se lo
permitiste.
-Fue mi error,
lo entiendo. No soy perfecto ¿sabes? Me equivoco muy seguido porque como tú no
sé qué es lo mejor, no tengo un plan escondido bajo la manga como muchos
piensan.
-¿Por qué no te
alejas de mí? – Se le descompuso el rostro – Comprendo que si en otra vida la
besaste o tuvieras una relación secreta con ella pudiera ser porque querías
alejarme de ese misterioso peligro que no me has querido confesar, que lo
hiciste con la intención de que te descubriera. Pero si es así ¿por qué ahora
estás con ella? ¿Por qué al mismo tiempo te mantienes a mi lado?
-No entiendes,
todo lo hago por ti. Quiero protegerte.
-¿De ella? –
Enarqué una ceja.
-Hice un pacto y
no puedo hablar – Contestó con frustración.
Inhalé aire y
exhalé pesadamente.
-Está bien –
Acepté – Te creo.
-Es la primera
vez que aceptas una situación tan rápido.
-Hasta que se
demuestre lo contrario, creo en ti. Areli no es quien yo creía, si fuera mi
amiga no querría hacerme daño y lo hizo – Las lágrimas se agolparon en mi
rostro. <<No vas a llorar>> Me repetí y así fue, no era momento de
ahogarme en lágrimas.
Ian me abrazó
pero no le correspondí, se separó y me miró interrogante.
-El que te crea no quiere decir que aún no esté enojada y
celosa. Creo que es obvio que te quiero – Confesé, me sonrojé un poco. Era la
segunda vez que le confesaba a un chico que sentía algo por él. La primera no
salió nada bien, salí corriendo de la escuela totalmente avergonzada aunque
quedamos en un mutuo acuerdo de seguir siendo amigos.* Esta vez no quería un
final como ese. Aparté la mirada, demasiado cobarde.
Llevó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-No te he dicho que hoy estás muy bonita ¿verdad? Pues lo
estás – Lo miré y caminé lejos de él.
No soy una idiota.
Regresé corriendo.
-Por una maldita vez en tu vida lucha por lo que quieres –
Tomé la chaqueta de su traje negro y lo acerqué a mí. Junté sus labios con los
míos, era la primera vez que besaba a un chico y me alegraba de una manera
ridícula que fuera él. Me correspondió el beso y el corazón parecía querer
salir de mi pecho.
Me separé y volví a levantar la barbilla, un acto de
superioridad que a él le desesperaba pero que ahora parecía divertirle.
-Buenas noches – Me despedí y salí caminando hacia los
dormitorios, sólo podía escuchar el sonar de los pequeños tacones de mis zapatos. Con una sonrisa tonta en los labios bloqueé
mis sentidos, incluso ese sexto sentido gatuno que me decía que algo marchaba
mal. Unos brazos me tomaron por la fuerza y me obligaron a entrar a un armario,
cerraron la puerta con llave.
-¡Déjame salir! – Grité. La pequeña lamparita del techo se
prendió y vi el rostro de Sebastián, sus ojos estaban más negros que de
costumbre.
Perfecto, extrañaba golpearlo y este sería un buen momento.
-No lo haré hasta que consiga lo que quiero – Se acercó un
paso, paso que yo retrocedí hasta chocar con la pared.
No me gustaba cómo pintaba esto.
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Creo que queda en recompensa la tardanza con un capítulo así de largo ¿verdad? :D
*Este suceso sí pasó xD Bueno muchos de la historia pero este fue humillante, de las cosas más vergonzosas que he hecho en mi vida
(Ya quedó claro que quien les habla es Kashmir)
Les dejo las fotos de los vestidos (sólo tomen en cuenta los vestidos no el color de cabello xD Porque yo lo tengo castaño claro y Sofía castaño oscuro)
Kashmir --------------->
<------ Sofía
Muchos Besos!