lunes, 24 de septiembre de 2012

Bonus time + Capítulo 10, parte uno.

Lo sabemos, nos hemos tardado mucho pero aquí estamos de nuevo. Les dejamos un bonus que escribimos hace mucho, mucho tiempo como regalo o ofrenda (?) de paz. Más abajo se encontrará la primera parte del capítulo diez.

Como aclaración a la tardanza podemos decir que es complicado pornernos de acuerdo aún cuando estemos en el mismo salón de clases. Tenemos la idea pero coincidir con la otra para comenzar a escribirlo es absurdamente complicado. Primero Sofía escribe un borrador de lo que ella quiere, me lo pasa a mí (kashmir) lo corrijo (ortografía, gramática y enlace con lo que sucede en la historia) y empiezo a escribir a partir de eso lo que a mí me corresponde. Le vuelvo a pasar el documento a Sofía y una vez que lo aprueba entonces se sube al blog. Pero para esto yo tengo que esperar a que ella tenga tiempo para escribir y poner en orden sus ideas. No es lo mismo que escribir en solitario porque así no tienes que dialogar con nadie lo que sucederá después ni la forma en que será escrito. Además que se nos cruzaron las vacaciones y no teníamos muchos ánimos de ponernos manos a la obra. Es muy divertido cuando pensamos en las situaciones de la historia pero al pasarlo a la computadora se transforma en otra cosa, pues a veces nos podemos quedar en blanco ¿les ha pasado? o pasan los días y tenemos que ponernos de acuerdo nuevamente. 

En fin, también les recordamos que esta historia es una mezcla loca de todo lo que hemos leído convirtiéndonos a nosotras en protagonistas (: 

La parte dos se subirá en un tiempo de una a dos semanas.

Que lo disfruten. 

Acomplejada. 


Estaba cantando la canción de la pantera rosa a mi estilo, no entendía por qué, pero eso me relajaba mucho.
Sofía, que estaba en la regadera continua a la mía, no paraba de reírse. Yo ya había terminado de ducharme y al momento de buscar mi toalla… ya no estaba.

-Sofía ¿Tomaste mi toalla?

-No, yo tengo la mía - Guardó silencio- Espera, tampoco tengo mi toalla.

-¿Crees que alguien las haya tomado?

-Dudo que desaparecieran por arte de magia…

-Pues, tenemos brujas en la escuela.

-¡Kashmir!

-Está bien, iré por otras dos.

-¡¿Vas a salir desnuda?!

-¡NO! Me subestimas -Me transformé en gato y me deslicé por la parte baja de la puerta de la ducha. Maullé para que Sofía se diera cuenta de lo que era.

-Muy inteligente- me elogió.

Corrí por el pasillo dejando gotitas de agua por todo el lugar.

<<Hay no, mi pelaje está todo mojado. Ahora pesa más>

Caminé hasta el cuarto donde guardaban las toallas de baño y brinqué a un estante, arrojé un par de ellas y bajé de nuevo.

<<Ahora… ¿cómo las llevo hasta allá? Soy chiquita… tengo boca chiquita…>>

Tomé una con mi boca y la fui arrastrando, pesaba mucho.

<< No es cierto, ¿por qué tiene que pesar tanto? ¿Por qué tengo que ser tan pequeña? ¿Por qué no hacen toallas más ligeras? Un día de estos voy a desarrollar un complejo gatuno>>

Cuando logré llegar hasta la ducha de Sofía, maullé de nuevo.

-Gracias, ¿puedes pasármela?

<< ¡¿Y cómo pretende que se la pase?! ¿¡Cree que mido tres metros?! ¿¡O que tengo pulgares?! ¡Sólo soy un gato! Ya es suficiente que la gente huya de mí por ser de color negro… ¡ni si quiera sé por qué soy de color negro! Mi cabello y mis ojos son cafés ¡¿de dónde salió lo negro?!>>

Alargué una pata y arrastré un poco la toalla hasta que estuviera un tanto cerca de la abertura que se encontraba entre el espacio de la puerta y el suelo.

Ella salió y se me quedo viendo.

-¿Y tu toalla?

<< ¡No soy tan fuerte como para traer dos a la vez! Tendré que pedirle a alguien una poción de agrandamiento>>

Alargué la pata en dirección de donde la había dejado y ladeé la cabeza.

-¿Quieres que la traiga?

Sofía no tardó en regresar, me metí a la ducha de nuevo. Me transformé y ella me paso por arriba la toalla. Salí.

-¿Por qué esa cara?

-Si hubieras cargado algo más grande que tú estarías igual- puse un dedo sobre mis labios- tendré que descansar la boca.

Capítulo diez, Ya no quiero confiar.

En el capítulo anterior:

Kashmir:

Con una sonrisa tonta en los labios bloqueé mis sentidos, incluso ese sexto sentido gatuno que me decía que algo marchaba mal. Unos brazos me tomaron por la fuerza y me obligaron a entrar a un armario, cerraron la puerta con llave.

-¡Déjame salir! – Grité. La pequeña lamparita del techo se prendió y vi el rostro de Sebastián, sus ojos estaban más negros que de costumbre.

Perfecto, extrañaba golpearlo y este sería un buen momento.

-No lo haré hasta que consiga lo que quiero – Se acercó un paso, paso que yo retrocedí hasta chocar con la pared.

No me gustaba cómo pintaba esto.
.
Sofía:

-¿Por qué lo haces? - Preguntó Ethan

-¿Hacer qué?

Estábamos a mitad de las escaleras dirigiéndonos hacia mi habitación, me detuve esperando a su respuesta. Me sentía aturdida con lo que había pasado con Sebastián

-Seguirle el juego. Es claro que no te ama de verdad.

Sentí como se rompía mi corazón.

Dolía y mucho.

-¿Por  qué me dices eso? - Pregunté con un hilo de voz

No dijo nada sólo se dedicó a verme a los ojos.

-¿Por qué me lo dices? - volví a repetir con voz firme.

-Quizá sé cosas que tú no sabes, ya ves que dicen que el amor es ciego.

-¿Qué sabes Ethan? ¿Por qué acabas de decir esto? - Acusé exasperada-  ¿Qué sabes? - Volví a preguntar, ya era bastante horrible haber perdido la confianza en Sebastián ahora ¿el resto del mundo sabía algo más sobre él que yo no?

-Yo…

-¡Dímelo!, ¡dímelo ya! - Exploté

Se  abalanzó hasta tenerme contra la pared, me tomó de los brazos y me aprisionó con su pecho. Golpeaba y empujaba como fiera, pero a decir verdad Ethan era demasiado fuerte,  ni si quiera se movió.

Pensé que me rompería los brazos por la presión a la que estaba sometiéndome pero se dejó caer en ellos, lo sostuve y lo atraje hacia mí, escondió su cara entre mi cabello mientras yo hacía lo mismo en su pecho.

No sé cuánto tiempo duramos así, pero no quería que acabara, mis problemas se fueron por uno momentos, me abrazaba ahora y me hacía sentir feliz pero una sensación extraña también se apoderaba de mi, seguramente porque él no es Sebastián. Sebastián.

-Dímelo - dije de pronto con voz ronca

Ethan se separó de mí y me miró.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Sí, todo. Dime todo.

-Vamos a la biblioteca, no quiero que nadie nos escuche.

-Te sigo.

Se acerco a mí, tomó mi mano y me dirigió a la biblioteca.

Nos sentamos entre los libreros, el en frente de mí.

-Prosigue.

-Soltó un suspiro, miro hacia la derecha y de vuelta a mí.

-¿Tú sabes lo que soy? - Comenzó

Negué con la cabeza

-Soy un ángel – continuó - un ángel caído.

Analizó mi expresión

La verdad es que no sabía si reírme y decirle que dejara de decir idioteces o quedarme paralizada.

Elegí la segunda opción.

-¿No dirás nada? - Preguntó

Titubeé

-Yo nuca escuché sobre ángeles caídos o tal vez sí pero no le tomé importancia – Respondí mordiéndome el labio mientras recordaba a mi tía apodada la Dra. Miedo parloteando acerca de unos ángeles desterrados del cielo y echados a nuestro mundo. Jamás pensé encontrarme con uno y menos que fuera tan atractivo, siempre me los imaginé repulsivos.

-¿Así que no tienes idea? Fue hace varios siglos cuando había un ángel que acababa de subir de rango a guardián. Se le asignó una chica para que la cuidara, ósea que fuera su ángel de la guarda. Él estaba encantando con ella, era distinta. - Aguantó un suspiro mientras yo evitaba mi desatado ataque de celos - en fin una humana. Al decir que ella era diferente es que tenía algo, un don por así decirlo, podía verme, podía vernos, a todos del mundo celestial. Pasé los mejores momentos con ella, yo…

-Te enamoraste - completé fría

-El peor error de mi vida - respondió seco - nunca me voy a perdonar eso, a pesar de que la quería yo no podía sentirla. Cuando me abrazaba era como si me tocara el viento, no había nada.

-¿No puedes sentir? ¿De verdad?

-Nada en la tierra- contestó

No supe qué decir, eso debería ser horrible.

Continúo

-El cielo no tardó en enterarse de lo que me pasaba, me convocaron a un juicio que obviamente perdí, me cortaron las alas y me expulsaron de la corte divina y de sus alrededores, me mandaron aquí.

-¿Te cortaron las alas? - Estaba atónita.

-Lo hicieron – afirmó.

-¿Te quedaron cicatrices? – pregunté con demasiado interés.

-Sí.

-¿Puedo verlas?

Necesitaba verlas, no sé por qué pero esas cicatrices me llamaban, las necesitaba ver, sólo las necesitaba.

Él asintió, se desabrochó la camisa de botones y dejó al descubierto su piel apiñonada y un abdomen marcado, era hermoso. Se acercó a mí entre mis piernas dobladas y se puso de espaldas.

Las vi, eran dos marcas que le cruzaban toda la espalda. Estaban en carne viva, como si nunca hubieran cicatrizado, solo eran heridas.

Me les quedé mirando detenidamente, grabándomelas en mi mente.

Puse mi mano en un costado de su espalda, su piel era increíblemente suave. Quería tocarlas, mas no le quería causar daño.

Al final lo hice.

Pasé mi dedo índice por arriba de ellas, recorriéndolas, sentí una punzada de pánico y no podía respirar bien.

Aparté mi mano y me levanté rápidamente. Ethan también lo hizo mientras tomaba su camisa

Me miró confundido.

-¿Sofía que pasa? - preguntó

Lo miré con expresión de terror

-Ethan...-pronuncié

Me eché a correr directo a mi habitación, no miré atrás a un que él gritara mi nombre sólo quería dejarme caer en mi cama y escapar de la realidad.

Kashmir:

Daba grandes zancadas mientras quería llegar a mi dormitorio. Pero sólo tenía un problema, un odioso y egocéntrico problema: Sebastián.

-Es que es la verdad, ¿por qué no entiendes?

-No podemos – negué frenéticamente con la cabeza – es imposible.

-Yo creo que es bastante posible.

-Yo creo que eres idiota.

-Sofía es tu amiga ¿no?

-¡Exactamente! ¿Crees que le voy a hacer eso a ella? No soy de las que traicionan.

-Tienes que creerme a mí.

-¿A ti? – Me reí sarcásticamente – Le creería más al profesor de ciencias que jura ser amigo de las abejas.

-No sé cómo Ian y Eliot te soportan.

El estomago se me revolvió cuando mencionó a Ian, ¿qué se supone debería hacer una vez que nos encontráramos?

Tragué saliva.

-Estás loco.

Me tomó del brazo con fuerza y me alejó del pasillo, sólo vi un borrón ante mis ojos. Me tapó los labios mientras nos escondíamos en los baños de chicas.

¡Otra vez no!

Lo único que escuché fue a Sofía llegar a la habitación y cerrar la puerta de un portazo, Sebastián aflojó su agarre y con eso pude aventarlo unos centímetros para que me dejara hablar.

-¡Lo ves! – Me recriminó – Eso es tu culpa.

-¿Mí culpa?

-Si hicieras lo que te digo le ahorrarías a Sofía varias lágrimas.

-¿Crees que con eso ella va a saltar de alegría? ¡Tú estás mal!

-¿Quieres que te de una razón para hacerlo? – Preguntó con una ceja alzada.

-Serviría de mucho, ilumina mi camino por favor.

Y entonces, lo hizo.

No puede ser.

Esta vez corrí en sentido contrario, necesitaba a mis amigos cuanto antes.

A quien vi primero fue a Eliot que se estaba besando con una chica de cabello azul, recargados en la esquina de un pasillo al cual le habían apagado las luces recientemente.

Mala suerte Eliot, tengo visión nocturna.

Jamás me hubiera imaginado los gustos tan peculiares que tenía, la chica no sólo llevaba el cabello azul sino que tenía tatuajes en el brazo y en la espalda. Así que por eso había estado tan ausente las últimas semanas.

-¡Eliot! – Grité con toda la fuerza que tenía, las personas normalmente solían ignorarme cuando gritaba como si no omitiera sonido alguno. Jamás lo comprendí bien, mi abuela decía que era porque los humanos tenían un mecanismo de defensa que hacía ignorar todo lo que tuviera que ver con lo sobrenatural.

Eliot abrió un ojo sin separarse de su acompañante y en cuanto vio que se trataba de mí se apresuró a terminar el beso. Tomó de la mano a la chica y ambos caminaron hacia mí.

-¿Pasa algo? Creí que estarías con Ian.

Un momento, ¡Él lo sabía! ¡Por eso estaba tan obsesionado con que recordara todo! ¡Quería que volviera con Ian!

-Tú, maldito traidor – por la forma en que lo miré de dio cuenta de que sabía todo, se encogió de hombros y sonrió grande.

-No te explicaré nada hasta que lo haga él, ya me cansé de siglos y siglos de sus problemas.

Auch, eso dolió.

-Olvídalo por ahora, necesito que vengas conmigo a buscarlo. Es urgente.

Me apresuré a caminar hacia el auditorio de nuevo y Eliot me siguió una vez de que se despidiera de su nueva novia.

Ian estaba discutiendo con una pareja de adultos que no podía distinguir bien porque se encontraban de espaldas a mí. El hombre parecía tener cabello negro y era tan alto como mi mejor amigo, la mujer en cambio era un poco más baja y con cabellos dorados.

Como si fuera un imán nuestras miradas se cruzaron, pero mientras yo corría hacia él y le sonreía bobamente, Ian estaba aterrado de verme.

Una vez que llegué a su lado se puso delante de mí para protegerme, ¿protegerme de qué?

Fue cuando vi sus rostros que una imagen de no sólo de mil novecientos doce me golpeó, sino de siglos y siglos atrás. Eran sus padres.

Cuando me vieron fue como si hubieran visto el manjar más delicioso que pudieran encontrar, me observaban con admiración y deseo.
-¡Has vuelto querida! – Sonrió grande Violet Spell mientras trataba de acercárseme para darme un beso en 
la mejilla, Ian no se lo permitió.

-Me alegra que vuelvan a estar juntos – consintió el señor Spell – es grandioso que hayas perdonado a mi hijo por aquel momento tan terrible que te hizo pasar.

-Silencio – Trató de acallarlos él.

-Estamos disgustados contigo por eso, que ofensa más grande haberla asesinado aún cuando la quieres tanto – Le reprochó Violet como si lo reprendiera por haber rayado las paredes.

La cabeza me dio vueltas entonces.

-¿Por qué lo estás haciendo? – Pregunté desesperada, tratando de zafarme antes de que pudiera continuar. Las lágrimas de decepción y miedo recorrían mis mejillas.

-Lo siento – Fue lo último que escuché antes de que el sonido sordo de un cuello roto inundara la habitación, mi cuello.

-¡Hola! – Intervino Eliot tomándome de la mano y a Ian del brazo alejándonos de esos dos vampiros – Pasó algo urgente, tenemos que irnos.

Eliot e Ian echaron a correr teniendo que arrastrarme con dificultad para que los siguiera, nos encerramos en un salón solitario.

-No otra vez – Se quejó Eliot – odio a esas personas, sólo hacen las cosas más difíciles.

Me quedé callada.

-Escúchame – Demandó Ian con mucha fuerza mientras me tomaba del brazo – Es cierto, te maté antes porque era necesario. Por eso me tienes tanto miedo y me tenías rencor porque besé a Areli en el pasado pero hay una razón para todo.

-¿Es necesario matar a tu mejor amiga? Que recuerde no te lo pedí – Las lágrimas se me agolpaban en los ojos, no había tiempo para esto mientras Sofía estaría pasándolo mal en estos momentos pero no podía hacer otra cosa. Nadie podía pedirme otro esfuerzo así, no podía estar bien. No podía.

-Ian hizo lo necesario para que continuaras con vida – Intervino Eliot – pero era matarte en ese momento o que te pasara algo mil veces peor. Por supuesto que lo de Areli fue invento suyo para evitar que reencarnaras de nuevo.

-¿No lo entiendes? – Preguntó el otro a continuación – Todos regresan a esta vida porque tienen un motivo para ello, si yo te quitaba ese motivo entonces  no tendrías que volver a sufrir.

-¿Tú eres mi motivo? – Pregunté con un nudo en la garganta y mi corazón haciéndose trocitos - ¿sufrir de nuevo? ¿a qué te refieres?

Nada estaba teniendo sentido, mi cabeza sólo quería explotar. Nadie puede soportar tanta información sobre sí mismo y las personas que creía conocer en tan pocos minutos. Era una locura.

-No hay tiempo para explicarte, te tengo que sacar de aquí, esas personas que recuerdas como mis padres son quienes quieren terminar contigo.

-¡No entiendo nada!

-No tenemos tiempo de explicarte nada ahora – Intervino Eliot - ¿qué era eso tan urgente que tenías que decirnos?

¡Sofía!

-Necesitamos acabar con alguien – La voz se me quebró en ese momento, yo no quería hacerle daño a nadie. No quería. Y tampoco quería que me hicieran daño a mí pero pareciera que fue demasiado tarde para eso.




jueves, 23 de agosto de 2012


Nuevo capítulo de Sueños Rojos: En proceso, espera un poco para su publicación en el blog.

martes, 29 de mayo de 2012

Capítulo 9: Oscuros secretos.


Kashmir:
Un mes ya había pasado pero mi amiga no se encontraba nada bien, si esto continuaba así tendría que mandar a Sebastián directo a la Antartida de un puñetazo.

-¿No vas a decir nada? – Sofía se sostenía la cabeza mientras trataba de ocultar las lágrimas que le bañaban el rostro.

Sollozó un poco, cuando estuvo más tranquila me permití hablar.

-No vas a hacer nada, todo seguirá como siempre – Me encogí de hombros y asentí plenamente convencida.

-¿De qué hablas? – Tomó el pañuelo que le ofrecí y se limpió el rostro.

-Tienes ventaja, ya sabes la verdad. Es momento de devolverle a Sebastián todo lo que ha hecho – Corrí hacia su armario y saqué varias de sus mejores prendas, las lancé en la cama – Te vas a vestir de infarto, pretenderás que no sabes nada de lo que te contaron hoy y cuando sea el momento…

-¿El momento de qué? – Me interrumpió - ¿De matarlo? ¿A eso te refieres? – Su cara no tenía precio – No soy una asesina, no soy como él.

Bueno, he de aceptar que en eso ella tenía toda la razón.

-Cuando sea el momento en que él quiera matarte a ti estarás preparada para defenderte – Sonreí ligeramente pero sin mirarla. No me gustaba hablar de esto, la piel se me ponía de gallina de tan solo pensar que ella estuviera en peligro y que en algún momento pudiera morir – te ayudaré. No sé cómo, no soy de mucha utilidad siendo sólo un gato pero no voy a dejar que te haga daño.

-¿Qué es eso? – Preguntó señalando el cuello de mi camisa escolar. Me miré y noté dos gotitas pequeñas de sangre que resaltaban justo en el borde.

-Sangre, ya sabes que cuando tengo algún recuerdo me sangra la nariz – Rebusqué en su ropa, no sabiendo muy bien lo que hacía.

-¿Recuerdos? ¿Se te ha olvidado contarme algo?

-La verdad – la miré con disculpa – todo. Pero después tendré tiempo de ponerte al corriente, ahora no es momento para eso.

Los vellos de los brazos se me erizaron e instantáneamente me agazapé un poco. Como si se tratara de un maratón corrí hacia mi mesa de noche, abrí el cajón y saqué una novela romántica. Forcé a Sofía a que se sentará y le di el libro.

-Sebastián viene para acá – expliqué – tenemos que tener una excusa para tu rostro hinchado de lagrimas.

Los ojos se le abrieron de par en par.

-¿Me veo mal? – Rodé los ojos.

-Abre el maldito libro y finge que lees – Me transformé en gato y para la impresión de ambas salté por la ventana. No puedo explicar la horrible sensación que tuve al hacer eso, juraría que el corazón se me detuvo y no volvió a latir hasta que estuve en el suelo, sorprendentemente, de pie.

 <<Estoy viva>> Corrí lejos de las miradas curiosas de los estudiantes de la academia y me dirigí hacia el edificio B en búsqueda de Ian. No fue muy difícil encontrarlo, estaba en su habitación escuchando música y cantando la letra de la canción. Una vez dentro, regresé a mi forma humana. Él no se sorprendió en lo absoluto. Lo miré con atención y me pregunté por milésima vez, qué fue lo que quise decir en 1912. Alrededor de su cuello se encontraba la cadena que llevaba el dije de unas alas de ángel, él se percató de mi observación.

-¿Te gusta? – Me preguntó con una sonrisa torcida.

-Es bonito – Sonreí. Desvié la mirada hacia la cama de Sebastián y encontré un sobre con el sello de la academia. No me importó mucho la idea de que estuviera invadiendo la vida personal de una persona, o tener testigos en la habitación, después de todo estamos hablando del asesino novio de mi amiga. Tomé el sobre y leí la carta que venía dentro. Ian no dijo nada y me mostró un sobre idéntico al que tenía en mis manos pero este era dirigido a él.

-¿No has recibido al tuyo? Es la invitación para el baile de invierno – Mis labios se formaron en una ‘O’

Había olvidado que era dentro de unas semanas más. Arrugué el ceño.

-No tengo un vestido.

-¿Piensas ir? – Enarqué una ceja ante esa pregunta.

-¿No me piensas invitar? – Lo miré fijamente, él suspiro y bajó el volumen del estéreo.

-Ya se lo pedí a alguien más – Esperen, ¿qué?

Me levanté bruscamente.

-¡¿Por qué hiciste eso?! ¡¿En qué estabas pensando?! – Ian sonrió burlonamente.

-No sabía que tenías tantas ganas de ir conmigo – Se sentó en la orilla de su cama y se cruzó de brazos.

Comencé a caminar por toda la habitación.

-¿No te sabes el código de amigos? ¡Tenemos que ir juntos!

-¿Existe ese código? Además, creí que habías dicho que salir con amigos ‘’es algo que las personas hacen cuando irremediablemente no pueden encontrar pareja y se ven en la necesidad de recurrir a las amistades’’ Estoy seguro que encontrarás a alguien más con quién ir. – Me sorprendí por su buena memoria.

-Pero tú me habías pedido ir ¿recuerdas? Ya habías quedado conmigo – Alegué.

Él soltó unas risitas pero no de diversión sino de confusión.

-Nunca me dijiste que aceptaras la invitación, además tienes razón es mejor que salgamos con otras personas.

Me giré hacia la ventana dándole la espalda.

-¿Y con quién vas?

-Con Areli.

Juraría que en ese momento se me olvido que el asesino era Sebastián, quizá fue por estar en su habitación llena de su aura pero sentí unas tremendas ganas de sesgar vidas.
Me di la vuelta para enfrentarlo pero me quedé callada, esto era ridículo. Él podía hacer lo que se le viniera en gana, ¿qué era yo? Sólo su amiga de todas mis vidas, no era suficiente razón para enojarme… ¿por qué me molestaba tanto la idea?
Areli es mi amiga después de todo… ¿no?

-¿Todo está bien? – Me preguntó pero no respondí, intentó tomarme de la mano pero mis músculos se tensaron. Sentí la necesidad de alejarme. Suspiró - ¿Cómo planeas que vayamos a un baile, juntos, si ni siquiera soportas que te toque? No puedo luchar contra el miedo que me tienes.

-Lo siento, no puedo evitar algo que ni siquiera entiendo. Olvídalo – Sonreí, aunque no estuviera en lo absoluto feliz, pero era una profesional con certificado en aparentar algo que no sentía – Si quieres sal con un montón de chicas y déjame a mí sola tirada en un rincón de esta oscura y fría academia – Él rio y me despeinó.

-Vamos, ve en búsqueda de la víctima perfecta para el baile.

<<Ian es tu amigo, cualquier cosa que paso antes ya no existe si es que en algún momento algo ocurrió>> me repetía

-Tienes razón – admití – aunque realmente nunca tuve demasiadas ganas de ir a ese baile, probablemente 
Sofía me obligue a asistir.

Sofía:

¿Por qué Sebastián jamás me dijo la verdad, por qué jugó conmigo? ¿Estábamos últimamente tan conectados que no me di cuenta de que me ocultaba algo? ¿O peor estaba tan enamorada de él que no me di cuenta del pequeño detalle de que era una asesino? Pero es que si él quisiera matarme ya lo hubiera hecho ¿no? ¿Para qué esperar? ¿Para que me pueda dolerme más y así disfrutarlo como nunca? Esas preguntan rondaban en mi cabeza mientras miraba al techo de la habitación. ¿Qué significaba yo para Sebastián? ¿Un juguete? ¿Una aventura? ¿Una niña estúpida que se enamoro de un vampiro? En fin…eso ya no ocurriría nunca más.

Me tumbé de nuevo en la cama con el libro que me había ofrecido Kashmir, con todo esto no le había dado las gracias por apoyarme. Me sentía inútil, no sabía qué hacer.

Se abrió la puerta y me levanté de un salto. Allí estaba en el umbral de la puerta recargado sobre ella.

-Hola preciosa- saludó Sebastián – ¿Cómo te encuentras? No te he visto muy seguido ¿demasiados trabajos escolares?

No ‘’querido’’ he estado por un mes evitándote y poniendo excusas a cualquier salida que me propones.
No sabía que responder  ¿Reclamarle? ¿Gritar como histérica? ¿Golpearlo hasta que me cansara?
¿Llorar? 
Pero recordé las palabras de Kashmir. Así que me mantuve serena, respiré y con una gran sonrisa dije:

- Estoy perfectamente. Pero esta novela –Señalé la portada azul de algún libro de Kashmir, ni siquiera me había fijado cuál era o si en realidad me dio un libro escolar – me hace llorar bastante.

Me levanté de la cama y me dirigí hacia el tocador 

Notó que estaba incomoda y preguntó

-¿Te pasa algo? ¿Alguien te causo algún daño porque yo puedo…

Lo interrumpí en ese momento

-Estoy bien, me siento perfectamente - Repetí

 Nos quedamos un rato en silencio, me tumbé en la cama de Kashmir y miré al techo. Sebastián se acostó a mi lado. Lo quería tanto que no pude alejarlo de mí, además no podía estar sin él mucho tiempo; solo quería sentirlo, mirarlo a los ojos y pensar que todo lo que había pasado era solo una mentira. Maldita realidad.

Me levanté y me quedé sentada en la cama, sentí que iba a comenzar a llorar pero Sebastián se anticipó.

-Oye se acerca el baile de invierno, ¿no crees que debemos ir juntos? - dijo mientras se acercaba a mí y me besaba el cuello.
Sentí un escalofrió de placer pero me aparte de él rápidamente.
Me miró con desaprobación y confusión.

-¿Los dos juntos?
-Sí, claro, somos pareja – Frunció el ceño, debería estar sospechando que algo no estaba marchando nada bien.

-Pensé que no te gustaban esos eventos mundanos - la verdad era que lo que más quería era ir con él al baile, sentirnos una pareja impactante y bailar piezas lentas junto a él. Lucirnos y que todos los estudiantes de la academia tuvieran los ojos puestos en nosotros.

-Pero sé que a ti si - respondió mientras me tomaba de la mano- ¿De verdad que no te ocurre algo? Sabes que puedes confiar en mí.

Mentira. No puedo confiar en ti.

-Estoy bien…pero no podré  ir contigo al baile porque Ethan me invitó - solté eso sin ni siquiera pensar- y le dije que sí.

Me miró con rabia y sentí cómo me apretaba la mano.
-Sebastián suéltame – Gemí mientras reprimía un grito de dolor
Parecía poseído, pude notar que me enseñaba sus colmillos. Jamás había ocurrido eso antes, no me había amenazado de esa forma en ningún momento y sentí unas tremendas ganas de salir de ahí en cuanto antes.

-NO PUEDO CREER QUE ME ESTÉS HACIENDO ESTO -Gritó mientras rompía mi mano
Aullé de dolor y me tiré al piso. Sentí que mi cuerpo se sacudía, si no me apartaba de él cuanto antes podría transformarme en lobo dentro de la academia y eso no sería bueno.
Salí de la habitación. Corrí entre los pasillos de la escuela, hasta salir a los jardines y apartarme de todos los estudiantes aunque no pude evitar la mirada curiosa de uno que otro. Me senté debajo de la sombra de un árbol sosteniendo mi mano derecha, la sangre se movía violentamente en el interior curándola con gran rapidez.

-¿Qué te paso?

Levanté la mirada y encontré a Ethan. Llevaba el uniforme de la escuela y sostenía el libro de fotografía en una mano 

-Te estaba buscando, fui a tu cuarto y no había nadie – Se explicó - Así que supuse que estarías aquí y estaba en lo correcto – Me miró la mano - ¿Qué te pasó?- Preguntó serio.

-Nada importante- respondí

Se sentó a mi lado, tomó mi mano entre las suyas y la miro detenidamente.
-Ya casi esta mejor.

-Olvidaba que sanabas tan rápido.

-No recuerdo a verte dicho ese detalle-  dije confundida

-¿No? Entonces seguramente lo leí en algún lado.

Nos quedamos en silencio y después de rato soltó:
-Fue Sebastián, ¿verdad?
Asentí.

-¿Por qué sigues con él entonces?

-Supongo que a este estado se le llama enamorarse, cuando no estoy con él me siento perdida, rara e incompleta

-No es enamorarse, es…- no terminó la frase - no importa lo que sea, es el caso es que tu estarías mejor con otra persona

 Me apartó el cabello de la cara y me besó la frente

-Sé que tal vez no sea el mejor momento pero, ¿te interesaría ir conmigo al baile de invierno conmigo?

Me le quedé mirando un momento. Esto era perfecto para cubrir la mentira que le dije a Sebastián.

-Claro que si, será genial- Respondí sin mucho ánimo

-Perfecto, te seguro que te divertirás demasiado.

-No lo dudo

¿Por qué no me pude enamorar de alguien como Ethan? Aunque, aún no es tarde.

Kashmir:

-Te divertirás – Ian seguía tratando de convencerme.

-Sobre todo tú – Fijé la mirada en la puerta.

-¿Qué?

-Nada. Tengo que irme, debería cuidar de Sofía que no se sentía bien – Salí por la puerta ante la mirada confusa de Ian. No me importaron mucho las miradas de los demás alumnos del sexo masculino que se preguntaban qué carajos hacía en sus dormitorios.

Areli abrazaba a Sofía en el pasillo que daba hacia la biblioteca. No parecía un abrazo de consuelo y mucho menos por las risas de felicidad de la primera. Me acerqué a ellas vacilantemente, quizá tenían un tema privado del cual hablar y yo no debería escuchar… qué va, me molestaba la idea de que Areli estuviera hablando sobre su ahora cita con Ian. Me decidí por ir, no debía de andar de tonta. Me abracé, el viento helado de finales de noviembre no se estaba haciendo esperar.

-¡Kashmir! – Gritó Areli y también me abrazó – ¿Ya has decidido con quién irás al baile? ¿O no has tenido ningún pretendiente? Yo he tenido muchos – Me miró inocentemente.

Su pregunta me molestó. Rodé los ojos.

-Acaban de dar las invitaciones Areli, antes no había puesto atención en el evento.

-Ah, entonces nadie te lo ha pedido. – Me acarició el brazo, ‘’reconfortándome’’ -  Alguien lo hará ya verás. Por mi parte ya he decidido con quién ir.

Sofía me miraba, probablemente pensaba que en cualquier momento le iba a dar un puñetazo en la cara a nuestra rubia amiga pero preferí mostrar calma… aunque ganas de golpearla no me faltaban.

-¿Y con quién vas? – Preguntó Sofía. Esperaba que ya se sintiera mejor, aunque era bastante obvio que sólo le prestaba la mitad de su atención a Areli por pensar en alguien más.

-Ian – Canturreó y pasó su brazo por mis hombros - ¿No crees que formamos bonita pareja? ¡Ya tengo mi vestido! Sólo faltan dos semanas y quiero estar perfecta para ese día. Quizá me convierta en tu cuñada, Kashmir. Con eso de que tú y él se hicieron muy amigos ya lo debes considerar como un hermano.

Me limité a sonreír un poco.

-Claro, pero, ¿qué pasó con Mateo?

-¿No se llamaba Matías? – Preguntó Sofía.

Areli rodó los ojos.

-Ya no me importa. Ahora tengo a Ian.

-Sólo es un baile Areli – Protesté – No te hagas tantas ilusiones.

-Ya verás como termino con novio después de esa noche – Sonrió - ¡Por cierto! – Sacó un frasquito azul de su bolso – Aquí tienes otra poción para tus recuerdos – Me la tendió.

-Ya no las necesitaré, gracias – Hizo una mueca.

-Sólo toma esta y ya – Insistió.

-No, es que ya no las necesito – Alegué.

-Pero ya he gastado dinero y tiempo en hacer esta, tómala – La tomé a regañadientes, no sabían nada bien esas cosas.

-De acuerdo, gracias.

-Pero la tienes que tomar dentro de una semana más.

-¿Por qué? – Me confundía tanta insistencia de su parte.

-Es especial, incluso te sabrá diferente. Sólo es para recuerdos más exactos pero sólo sirve en ciertos momentos especiales.

-Está bien, prometo seguir tus indicaciones.

-¡Perfecto! Tengo que marcharme – Besó mi mejilla y la de Sofía como despedida y desapareció con su caminar de modelo.

-No sabía que Ian tenía interés en Areli – Habló Sofía.

-Yo tampoco – Gruñí.

Ella sonrió con burla y enarcó una ceja.

-¿Algún problema con eso?

-Ninguno – Me encogí de hombros.
 . . .

Bien, tengo que tomar esto ahora. Hazlo. Ya.

La poción de Areli iba y venía, no quería tomarla después de que mis recuerdos mejoraran visiblemente desde que Eliot me inyectó sangre de dragón. Además de que seguía enfadada con ella por restregarme en la cara su cita. ¿A mí qué más me da que ella salga con Ian?
Abrí de nuevo el frasco azul y descubrí que olía a cítricos, me encanta el aroma. De hecho, es extraño porque huele exactamente que Ian. Sonreí mientras lo olía, ¿por qué no? Tomé un pequeño sorbo pero una voz que provenía de la ventana me asustó y provocó que tirara parte del contenido en mi pijama de spiderman.

-Maldición – gruñí. Dejé el frasco en el tocador y me volví hacia mi visitante que se estaba riendo de mí. Ian estaba apoyado en el marco de la ventana con los brazos cruzados y una ceja alzada.

-Que sexy pijama – Se burló.

-La gente normal usa puertas – Señalé la puerta de madera que no se encontraba muy lejos.

-Lo dice la chica que sale brincando por las ventanas en forma de gato – Rodó los ojos - ¿Qué era eso? – Preguntó señalando el frasquito.

-Una poción de Areli – Tomé un pañuelo y comencé a limpiar lo que pude del desastre – aunque ya no las necesito pero francamente esa olía y sabía esplendida – Las mejillas se me sonrojaron un poco.

-¿Cómo que ya no las necesitas? – Me giré hacia él sorprendida, no le había contado nada de mis viajes con Eliot.

-Uhm, pues no. Eliot creyó que la manera más eficaz sería inyectarme…

Cerró los ojos y se frotó las sienes.

-¿Sangre de dragón?

Asentí y sonreí tímida, era obvio que no le agradaba la idea.

-Así es más sencillo todo.

-Incluso viajar en el tiempo ¿no? – Abrió los ojos para fulminarme, nos había atrapado.

-Lo siento.

-¡No puedo creer que hagas eso! – Caminó por la habitación frustrado. Se pasó la mano por el cabello y se posicionó a mi lado.

-Tengo derecho a saber sobre MÍ pasado – Me crucé de brazos – Lamento que no te guste la idea pero no lo voy a dejar de hacer

-¿Hace cuánto fue tu último viaje con él? – Estaba muy enojado, sentí un deja vú cuando lo vi de esta forma y tuve ganas de sonreír.

-Un mes más o menos.

-No quiero que vuelvas – Sentenció.

-Es una lástima que no lo quieras – me encogí de hombros – pero si un día no me encuentras ya sabes porque época estoy.

Nos retamos con la mirada pero estaba claro que no podría convencerme. Me tomó de los brazos y me aprisionó contra la pared. Aunque su aroma me aturdió un poco no iba dejar que me ganara por mi debilidad.

-La próxima vez cuéntame todo, si quieres seguir de terca por lo menos avísame – Me soltó y caminó al tocador para tomar la poción.

-¿Qué es lo que te preocupa tanto, eh? ¿Qué es lo que no quieres que vea? – Enarqué una ceja.

-Es obvio que sigues desconfiando de mí.

-Una vez dijiste que tenía motivos para hacerlo, ¿por qué no me cuentas todo de una maldita vez?

Sonrió malicioso.

-Tú y yo éramos pareja en el pasado ¿Sabes? En 1912 y de nuevo en 1965 – Abrí mucho los ojos aunque comenzaba a sospecharlo desde hace unas semanas pero ¿una cuarta vida? Eso no me lo habían contado – pero siempre todo termina arruinándose. ¿Y tienes idea de por qué? – Negué con la cabeza – Hay alguien que continuamente quiere llevarte y lo consiguió en tres de tus vidas, en la cuarta creí que lo mejor sería alejarte definitivamente de mí porque siempre te llevo directo a esa persona. Lo mejor era que jamás volvieras a renacer aunque me doliera – Un horrible escalofrío me recorrió la espalda, el ruido de una tormenta estaba llenando a mis oídos aunque afuera la noche estuviera tranquila – por eso me tienes miedo por todo lo que te hice en tu vida anterior a esta.

-¿Qué hiciste? – Pregunté con voz débil.

-Siempre volvías por mí, lo lógico era hacer que sintieras odio y que jamás quisieras volver a verme. Así no tendrías motivos para querer volver a vivir.

-¿Qué hiciste? – Repetí.

-Si tienes tantas ganas de ponerte en peligro – se encogió de hombros – pues descúbrelo por ti misma.

¡Si será idiota! ¡De nuevo no me decía nada!

-¡Eres tan desesperante! – Le aventé un zapato que esquivó perfectamente. Tomó el frasco azul del tocador y se lo llevó a la nariz, lo olió e inmediatamente lo tiró a la basura.

-No bebas esa poción – Advirtió

-¡Estás loco! ¡Sabía deliciosa! ¿Qué ocurre contigo? – Caminé hacia él con pasos largos y me detuvo por la cintura.

-Exacto, cuando una poción sabe y huele bien quiere decir que fue hecha con malas intenciones. Sólo es un método para que la presa caiga con mayor facilidad – Caminó hacia la cama y se aventó en ella.

-Pero tomé un poco – Fruncí el ceño.

-No confiaría mucho en los sueños que tendría esta noche si fuera tú.

-Ian ¡lárgate de mi habitación! Tengo que dormir para el baile de mañana – Me crucé del brazos exasperada por su presencia y su actitud de sabelotodo.

-Lo mandona nadie te lo quita – Tomó la punta de la sábana y se envolvió con ella – Cuando dejes de gritar apagas la luz por favor, también quiero dormir.

Idiota.

-¡No estoy jugando! ¡Sal de mi cama! ¡Sal de mi habitación!

Fingió unos ronquidos.

-¡Te crees tan listo!

-¿No te muerdes la lengua? – Murmuró por lo bajo pero lo escuché perfectamente.

Eso era todo.

Me tumbé en la cama y forcejeé para recuperar la cobija. Pesé a mi esfuerzo, no conseguí mucho.

-¡No te dejaré dormir conmigo!

-No quiero dormir contigo – Respondió – hay otras dos camas y un suelo muy grande para que puedas descansar.

Idiota.

-¡Ya no eres un niño! ¡Incluso eres un viejito de más de doscientos años! – Repliqué

-Soy bastante joven para mi edad – Se defendió. Hubo un momento de silencio mientras los dos estábamos recostados en la cama, era momento de mi siguiente estrategia.

Me levanté y tomé la almohada de Sofía, corrí hacia él para pegarle en la cabeza con mi arma. Comencé a reír ruidosamente cuando escuché cómo se quejaba.

-¿¡Y yo me comporto como un niño?!

Le besé la mejilla por acto reflejo ante su expresión, dejándonos a los dos un poco desconcertados.

-Ya no te tengo miedo – Le susurré al oído – sea lo que sea que hiciste ya no me importa.

-¡Bien! – Gruñó y se incorporó – Me voy a mi habitación.

-¡Ian! – Sonreí y le tomé de la mano – Es enserio.

Me devolvió la sonrisa.

-Ya lo sé – También besó mi mejilla y se encaminó a la ventana.

-Duerme bien – Me despedí – Necesitas estar hermoso para Areli.

-¡Tonta! – Me gritó después de haber cerrado la puerta, me partí de risa aunque por dentro realmente estuviera molesta con la idea.

La verdad es que realmente el miedo que le tenía a él se había diluido considerablemente pero dos nuevos sentimientos crecieron después de los sueños que tuve esa noche.

Celos y rencor.

Sofía:

Me desperté entre una multitud de personas con olor a perfumes caros,  sonidos de tacones y platicas entre las chicas.

Obviamente tenía que ser el día del baile.

Estas semanas habían pasado demasiado rápido, toda la emoción y los preparativos que conllevaba el baile habían capturado el tiempo en la academia.  En estos momentos donde faltaban solo unas pocas horas para el evento todos los alumnos estaban vueltos locos con los últimos detalles del gran a baile, algunos con la música que tocarían en la fiesta, otros con la vestimenta que llevarían etc.

Mientras tanto yo estaba sentada en mi cama, pensando en cómo sobreviviría estar en ese evento sin Sebastián, hacía una semana que no nos dirigíamos la palabra y me enteré de que el iría al baile con otra persona…este no era mi mejor momento.
Pero viendo el lado positivo de todo esto, Ethan y yo estábamos más unidos que nunca.

-¡Buueeenas tardees! – Canturreó Kashmir al entrar a la habitación con un gran tazón de palomitas de chamoy y un jugo de naranja gigante.

-¿Aún no superas esa obsesión? – Pregunté con un bostezo señalando sus alimentos.

-¡Nunca mientras esté viva! – Se aventó a la cama –Últimamente estás muy cansada, ¿es algún síntoma de lobo?

Asentí.

-La luna llena es mañana – Me tallé los ojos y tomé un puño de palomitas, me miró como si me fuera a matar por eso.

-Yo no tomo tu ropa, tú no tomas mi comida. 

-Egoísta.

-Y orgullosamente – Se fue a recostar a su cama – Son las cinco, ¿piensas arreglarte para el baile?

Rodé los ojos.

-¡Claro! – Caminé hacia el hermoso vestido que reposaba en la silla del tocador - ¿Y tú? Siempre te arreglas en los últimos cinco minutos– Me burlé. Ella me iba a aventar una palomita pero decidió que era mejor llevársela a la boca.

-No iré.

-¿¡Qué?! ¿¡Sabes cuánto tiempo duré haciendo tu vestido?! – Me aferré al tocador y me llevé una mano al pecho.

-No quiero ver a Ian – Tomó un poco de jugo e hizo un puchero, pero noté que los ojos se le ponían vidriosos.

-¿Te hizo algo? – Pregunté cuidadosamente, Ian no parecía ser un mal tipo. Me agradaba mucho y era divertido, pero si ella así lo pedía yo podía ir a arrancarle un brazo.

-Ayer tuve un recuerdo horrible sobre él.

-¿Qué recuerdo? – Me senté en el borde de su cama.

-¿Sabías que mientras estaba conmigo también estaba con otra persona?

-Un momento…. ¿Son novios? – Me perdí completamente con eso ¿cuánto me había perdido?

-¡No! Pero antes sí. Parece que en las dos últimas vidas, tuve un recuerdo en donde yo lo sorprendía besándose con… alguien – Se removió incomoda

-¿Con  quién?

-Con alguien a quien en cuanto vea hoy voy a golpear – Gruñó.

-Entonces harás lo mismo que yo – Sentencié – Te vestirás tremendamente sexy con el vestido que YO te hice, golpearás a ella y le dirás a Ian hasta de lo que se va a morir.

Ella entrecerró los ojos.

-Y si no, ¿qué? – Me desafío.

Caminé hacia mi cajón y tomé una cinta enorme, la estiré y sonreí malévolamente.

-No te atreverías….

Sí, sí me atreví.

Una vez que ella estuvo vestida la liberé de la silla a la que la amarré. Le había preparado un vestido rojo que llegaba poco más arriba de las piernas, se sujetaba por el cuello y tenía un escote coqueto pero sin llegar a mostrar mucho. Sus zapatos también eran rojos y le ondulé el cabello que llevaba suelto. La maquillé muy poco pero le di énfasis a sus ojos con tonos oscuros.

Por mi parte mi vestido era largo, una combinación de telas con tonos morados, beige, azul y blanco. Tenía brillo y el escote también era discreto, los zapatos eran de un plateado metálico y con un tacón muy alto. Me agarré el cabello y dejé unos pocos mechones sueltos.
Cuando dieron las ocho en punto  obligué a Kashmir a cruzar las enormes puertas para entrar al salón principal donde se efectuaban los eventos importantes. El salón era imponente, era la primera vez que entrabamos a él pues normalmente los de primer año tenemos bastantes menos privilegios como asistir a ciertos lugares o acontecimientos de la escuela.

-Wow – Exclamé emocionada.

Candelabros negros colgaban de los techos dando un toque gótico especial, los ventanales gigantes tenían recogidas con un listón dorado las cortinas de un rojo borgoña. El suelo era de madera, las mesas estaban acomodadas del lado derecho cubiertas con manteles negros, una banda estaba tocando en el escenario y pequeños copos de nieve caían de la nada.

-No está mal – Admitió Kash – Mira, Ethan viene para acá-dijo Kashmir

Giré mi mirada hacia donde estaba Ethan. Se veía muy guapo, con esmoquin de color negro y su cabello peinado  hacia un lado.

Se paró delante de mí

-Te vez increíblemente hermosa - dijo mirándome a los ojos

-Adulador – Murmuró Kashmir mientras fingía toser.

Me sonrojé.

-Gracias, tu estas de lo más guapo –respondí coqueta.

Me tomó de la mano y me dirigió a la pista de baile. Escuché a mis espaldas que Kash mencionaba algo como ‘’Abandona amigas’’

No mentiré, me divertí mucho; Ethan tiene ese don de hacerme sentir relajada y feliz.
Bailamos demasiadas canciones, haciendo nuestros mejores pasos de baile, hasta los más ridículos. Pero comenzaron las canciones románticas, me incomodé. Ethan lo noto, me brindo una sonrisa se acerco a mí, me tomo entre sus brazos y comenzamos a bailar.

Estar tan cerca de Ethan era extraño pero a la vez placentero. Olía a menta y jabón. Cerré los ojos  y me deje llevar entre sus brazos, me sentía muy bien. Entre los compases del baile abrí mis ojos y allí estaba él, mirándome con odio. Nunca me había dando una mirada tan perturbante.
Sentí que me faltaba el aire y  que mis manos temblaban.

-¡Te encuentras bien? - Preguntó Ethan a mi oído

-N-no-respondí tartamudeando-digo sí, esto es algo normal ya que viene la luna llena, ya sabes que me pone toda loca – Completé nerviosa - Saldré un momento para calmarme.

-Te acompaño – Se ofreció

-No, no debes de hacerlo, en estos momentos es mejor estar sola.

 Me miró confundido pero asintió y me dejó ir. Salí casi corriendo del salón, pero me calmé cuando sentí la suave brisa al acercarme al jardín.

Kashmir:

Sola. Estaba malditamente sola ¿En qué momento mi cerebro pensó que sería buena idea estar en un baile así sin pareja?

Suspiré y me acerqué a los ventanales mientras Sofía bailaba. Noté alguna que otra mirada sobre mí pero las ignoré, no necesitaba de las chicas critíconas. El usar rojo no siempre era lo mejor si querías pasar desapercibida.

-Parece que sí viniste – La voz de Ian sonó a mi espalda, me di la vuelta y lo que vi me desagrado a sobremanera. Estaba tomando de la cintura a una Areli de sonrisa boba y mirada presumida.

Pero eso no era todo, en su cuello descansaba la cadena con el dije de alas de ángel que Ian me había regalado alguna vez. El corazón me latía muy rápido de la desesperación y la furia. Ella llevaba un vestido muy corto y escotado de color azul, se veía bien lo que me hacía enojar más.

No, no soy invisible. No soy una idiota a la que pueden manejar a su antojo.

Arranqué de un tirón la cadena dejándole una marca en el cuello a ella. Me miró horrorizada y se quejó de dolor, se apresuró a tocar la herida.

-Esto es mío – Respondí a la mirada de los dos.

-¡Claro que no! ¡Él me lo regaló!

-¿Y qué más te regaló, Areli? – Pregunté soltando todo el veneno que pudiera con mis palabras - ¿Te agradaron los besos? ¿Sus caricias? ¿La aventura de ser la otra mientras él estaba conmigo? ¿Te agrada ser una zorra?

Ian cerró los ojos con eso, me di cuenta que lo que menos quería era que descubriera la verdad.

-Por mí se pueden ir derechito al demonio.

Caminé hacia la pista de baile y comencé a bailar con James, el brujo y compañero de Ian.

Sofía:

Había diferentes parejas hablando o bailando. Caminé un poco tratando de aclarar mis ideas.

Me sentía horrible por dejar a Ethan así, pero ver a Sebastián me confundió mucho; no había duda de que amaba a Sebastián pero haber estado tanto tiempo con Ethan había generado que tuviera un gran cariño por él. Así que en resumen me sentía como la peor persona por estar engañando de esta manera a Ethan, yo sabía de sus sentimientos  y él sabia de mis sentimientos hacia Sebastián, pero de todas formas quería que se quedara conmigo, no quería sentirme sola además Ethan siempre me hacía sentir mejor, era algo adictivo estar con él, algo así como lo que siento por Sebastián pero en menor escala.

Alguien jaló de mi brazo y me sacó de mis pensamientos. Giré mi cabeza molesta  y me encontré de frente con Sebastián.

-¿Por qué tan sola? - Preguntó con una de sus maravillosas sonrisas

-Eso es  algo que a ti no te debería porque interesar -Contesté fría

-¿Y por qué no debería interesarme?

-¿Ahora me vas a decir que te preocupas por mi? - Dije molesta - No me vengas con eso Sebastián.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué eres así conmigo?  no te he dado razones para que me trates de esta manera-gritó

-¡Claro que me las has dado!

-Entonces dime, ¿Cuáles son? - Preguntó atrayéndome hacia él.

No pude negarme y dejé que me abrazara, lloré escondiendo mi cara entre su pecho; sentí como me dio un pequeño beso en mi cabeza y me decía que todo estaría bien.

Eso era algo de lo que no estaba segura.

-¿Cómo lo sabes? - Pregunté alejándome repentinamente de él - Mejor dicho, ¿Cómo sé que puedo confiar en ti?

-Nunca te he fallado.

-Sí lo has hecho - Respondí con un hilo de voz

Tal vez me arrepentiría de lo que iba a hacer pero era momento de sacarlo o estaba segura que me podriría por dentro

-Me has asesinado, en cada una de mis vidas -dije llorando-¿Es que nunca me lo ibas a decir? ¿Estabas esperando a que otra vez me enamorara de ti para cometer otro homicidio? Pues esta vez no te lo dejare fácil, voy a luchar para mantener mi vida - Completé furiosa

Su cara era el vivo retrato del dolor, jamás lo quise ver así pero se lo merecía.

-Tú no sabes por qué lo hice – Respondió secamente

-Tal vez tienes razón, pero lo voy a averiguar

-Deja que yo te explique - Comenzó a decir cuando lo interrumpí

-No, no quiero nada de ti. NADA. Creo que has hecho suficiente ¿no lo crees? –Dije secándome las lagrimas.

-Tú no sabes cuánto te amo, todo lo que he hecho por ti.

-¿Me lo estas cobrando?

-¡NO! no es eso, no sabes nada y no quieres saberlo, prefieres escuchar a las demás personas que a mí.

-¿Cómo quieres que te crea? Mira con lo que me has salido, no te entiendo…-dije mientras otra vez mis ojos se llenaban de lágrimas

-Cree esto-soltó mientras se acercaba velozmente a mí,

Me miró ala los ojos, me tomó de la cintura y me besó los labios.

Era un beso apasionado y excitante, nuestros labios pedían más el uno del otro; hace siglos que no nos besábamos estábamos recuperando el tiempo perdido.
¿Estaba segura de querer estar con un asesino-vampiro que era realmente guapo y besaba de maravilla? ¿O estar con una persona como Ethan?

-¿Qué están haciendo? - Preguntó una voz a nuestras espaldas. Me giré en dirección a la voz y quedé petrificada al ver que era Ethan con una expresión de dolor dibujada en la cara

-Nos besábamos ¿Qué no era obvio? - Dijo sarcástico Sebastián

-¿Y Sofía está de acuerdo en que un asesino la bese?

Mire a Sebastián y vi como se ponía rígido. Comenzó a abrir lentamente la boca para que observáramos sus colmillos

-Ethan vete – Dije seriamente.

-No me voy  a ir sin ti-respondió firmemente

Sebastián comenzó a caminar hacia él

-Te voy a matar.

 Sebastián ya estaba enfrente de él y seguía mostrando sus colmillos, Ethan lo miró.

-No quiero que estés con ella, ni la toques ni le hables - dijo Sebastián  con una voz que me hiso temblar, jamás lo había escuchado hablar tan serio

-Hemos visto que no puedes impedir que esté con ella, no eres tan fuerte siempre terminas matándola -completó cruelmente

-¡Esta vez será diferente! - Gruñó Sebastián -¡Esta vez no permitiré que le hagas eso! esta vez será diferente.

-Eso está por verse –Respondió Ethan con una sonrisa burlona

Me interpuse entre los dos antes de que alguien saliera herido

-Es momento de calmarnos e irnos, estamos armando una escenita-Empujé a Sebastián hacia atrás

-Me parece bien-dijo Ethan mientras me tomaba de la mano y me dirigía hacia la entrada – vámonos.

Sebastián me tomó del otro brazo y me atrajo hacia él.

-¿Por qué te vas? - Preguntó seductoramente a  mi oído

Me hizo temblar de placer. Me aparté.

-Es cierto yo soy la pareja de Ethan y me voy con él, debemos hablar más tarde, te veo en mi cuarto-completé mientras la mirada acusadora de Ethan se posaba en mi.

Sebastián sonrió victorioso

-No faltaré por nada del mundo.

Giré por última vez mi cabeza para mirar a Sebastián, estaba deliciosamente atractivo

Kashmir:

Ian había estado la mayor parte del baile mirando en mi dirección, Areli se quejaba escandalosamente de su cuello para atraer su atención y yo… sólo me paseaba por el salón. A veces bailando, a veces sentada o tratando de platicar con mis amigos.

Al ver que no me la estaba pasando nada bien decidí que lo más inteligente era marcharme. Cuando salí un grito me detuvo

-¡Espera! – Ian me alcanzó y se posicionó delante de mí.

-¿Qué? – Entrecerré los ojos - ¿Areli te dio permiso de venir?

-Yo te advertí...

-Y te dije que te perdonaba lo que sea que me hubieras hecho antes, no mentía – Levanté la barbilla para dar más firmeza a mis palabras – Pero no soporto que seas tan sínico. Si tanto la quieres a ella ¿por qué me buscabas? ¿No era más sencillo dejar que tuviera una vida tranquila?

Puso sus manos en mis hombros y me miró a los ojos.

-No la quiero a ella

-¿Y por qué le diste mi collar? – Le mostré la cadena que aún mantenía en mi mano.

-No se la di, ella la tomó y prometió devolverla.

-Y se lo permitiste.

-Fue mi error, lo entiendo. No soy perfecto ¿sabes? Me equivoco muy seguido porque como tú no sé qué es lo mejor, no tengo un plan escondido bajo la manga como muchos piensan.

-¿Por qué no te alejas de mí? – Se le descompuso el rostro – Comprendo que si en otra vida la besaste o tuvieras una relación secreta con ella pudiera ser porque querías alejarme de ese misterioso peligro que no me has querido confesar, que lo hiciste con la intención de que te descubriera. Pero si es así ¿por qué ahora estás con ella? ¿Por qué al mismo tiempo te mantienes a mi lado?

-No entiendes, todo lo hago por ti. Quiero protegerte.

-¿De ella? – Enarqué una ceja.

-Hice un pacto y no puedo hablar – Contestó con frustración.

Inhalé aire y exhalé pesadamente.

-Está bien – Acepté – Te creo.

-Es la primera vez que aceptas una situación tan rápido.

-Hasta que se demuestre lo contrario, creo en ti. Areli no es quien yo creía, si fuera mi amiga no querría hacerme daño y lo hizo – Las lágrimas se agolparon en mi rostro. <<No vas a llorar>> Me repetí y así fue, no era momento de ahogarme en lágrimas.

Ian me abrazó pero no le correspondí, se separó y me miró interrogante.

-El que te crea no quiere decir que aún no esté enojada y celosa. Creo que es obvio que te quiero – Confesé, me sonrojé un poco. Era la segunda vez que le confesaba a un chico que sentía algo por él. La primera no salió nada bien, salí corriendo de la escuela totalmente avergonzada aunque quedamos en un mutuo acuerdo de seguir siendo amigos.* Esta vez no quería un final como ese. Aparté la mirada, demasiado cobarde.

Llevó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

-No te he dicho que hoy estás muy bonita ¿verdad? Pues lo estás – Lo miré y caminé lejos de él.

No soy una idiota.

Regresé corriendo.

-Por una maldita vez en tu vida lucha por lo que quieres – Tomé la chaqueta de su traje negro y lo acerqué a mí. Junté sus labios con los míos, era la primera vez que besaba a un chico y me alegraba de una manera ridícula que fuera él. Me correspondió el beso y el corazón parecía querer salir de mi pecho.

Me separé y volví a levantar la barbilla, un acto de superioridad que a él le desesperaba pero que ahora parecía divertirle.

-Buenas noches – Me despedí y salí caminando hacia los dormitorios, sólo podía escuchar el sonar de los pequeños tacones de mis zapatos.  Con una sonrisa tonta en los labios bloqueé mis sentidos, incluso ese sexto sentido gatuno que me decía que algo marchaba mal. Unos brazos me tomaron por la fuerza y me obligaron a entrar a un armario, cerraron la puerta con llave.

-¡Déjame salir! – Grité. La pequeña lamparita del techo se prendió y vi el rostro de Sebastián, sus ojos estaban más negros que de costumbre.

Perfecto, extrañaba golpearlo y este sería un buen momento.

-No lo haré hasta que consiga lo que quiero – Se acercó un paso, paso que yo retrocedí hasta chocar con la pared.
No me gustaba cómo pintaba esto.
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Creo que queda en recompensa la tardanza con un capítulo así de largo ¿verdad? :D

*Este suceso sí pasó xD Bueno muchos de la historia pero este fue humillante, de las cosas más vergonzosas que he hecho en mi vida 

(Ya quedó claro que quien les habla es Kashmir)

Les dejo las fotos de los vestidos (sólo tomen en cuenta los vestidos no el color de cabello xD Porque yo lo tengo castaño claro y Sofía castaño oscuro)

Kashmir --------------->



<------ Sofía


Muchos Besos!