miércoles, 4 de enero de 2012

Sueños Rojos, Capítulo Cinco: Caminos Diferentes


Sebastián había acordado que me vería en el pasillo del dormitorio de las chicas pero aún no aparecía, me recargué en la pared y dejé que mi cuerpo se deslizara hasta quedar sentada en el suelo.

Pensé en Kashmir, era raro que volviera a tener pesadillas y aún más raro era que llorara. Según recordaba siempre tenía esos sueños cuando algo malo iba a ocurrir, ella tenía el don de la premonición. Juntas lo descubrimos después de que ella soñara con un incendio y justo al otro día la casa que ella soñó que se incendiaba prendió en fuego. Otras ocasiones la sorprendí dibujando cosas que pasarían después, de manera sutil. Aunque, una que otra vez también había tenido esos sueños extraños y la razón nunca la descubrimos porque no sucedían en nuestro tiempo ¿Se supone que tendría que preocuparse de una fiesta del siglo pasado? Claro que no. Esos deberían de ser simples sueños ¿no es así?

Aunque hubo algo que me dejo intrigada, había mencionado que tenía un amigo nuevo llamado Eliot. No habló demasiado pero de forma casual y sin importancia señaló que quizá comenzaría a tratar más con Ian aunque no le agradara. ¿Qué la hizo cambiar de opinión? Según sé, si no te gusta alguien te alejas de esa persona ¿no? Kashmir siempre siguió esa regla, ¿por qué ahora no? ¿Me estaría ocultando algo? Bueno, yo también lo hago… pero es porque me preocupo por mi vida, si le cuento sobre Sebastián no sé qué haría.

¿Qué habría pasado con Ian y el tal Eliot? Areli me susurró cuando Kashmir cayó rendida al dormir que regresó muy distraída y confundida por la tarde… que había estado con ellos dos, ¿qué le habrían dicho? ¿Qué le habrían hecho?
Solté un gruñido. Me tiene que contar todo.
Estaba tan absorta en mi mundo que ni me di cuenta cuando Sebastián se sentó a mi lado.

-¿En qué piensas?- Preguntó con una mirada traviesa.

-En nada que tenga que ver contigo - Respondí de manera seductora y me mordí un labio.

-No te creo - Me dijo mientras se acercaba para besarme.

La verdad es que creo que jamás me voy a cansar de besarlo, se siente tan bien la textura de sus labios.

-Siento interrumpir - Dijo una voz masculina en frente de nosotros

Me despegué de Sebastián y me giré para ver a Ethan. Me avergoncé un poco ante la situación, noté que Ethan llevaba un libro en mano y lo apretaba con fuerza.

-¿Qué necesitas? - Preguntó Sebastián luchando por ser educado, vi en su mirada que prefería decir algún comentario ofensivo.

-Venía a traerle este libro a Sofía - Ethan parecía forzar las palabras, arrastrarlas como si quisiera decir algo más. Me miró y parecía suplicar algo, supuse que quería terminar con el momento lo más pronto posible.

-Oh, gracias. ¿De qué es? - Me levanté y creí escuchar un gruñido proveniente de Sebastián.

-Fotografía - Sonrió Ethan y no sentí del todo sincera esa sonrisa.

-¿Enserio? ¡Muchas Gracias! - Tomé el libro y analicé la portada.

-Bueno, si eso es todo... - Sebastián también se puso de pie - nos disculparas pero tenemos que ir a otro sitio.

-¿Juntos? - Ethan enarcó una ceja, fue como si hubiera desaparecido del mapa y solamente estuvieran ellos en el pasillo - Creo que ya es muy tarde para eso ¿no? - Checó su reloj - son las doce de la noche.

-También es tarde para ti - Contraatacó Sebastián - Vete - dijo de manera lenta y clara.

-Ethan, por favor - Pedí y él regresó la vista hacia mí. No quería ser mal educada pero quería, no, necesitaba estar con el vampiro un rato. De alguna manera se había vuelto adictivo para mí y era demasiado placentera su compañía. No podía resistirlo, aunque la presencia de Ethan parecía apaciguar de alguna forma ese deseo - gracias por el libro, en cuanto termine de verlo te lo devolveré.

Se quedó un momento analizándome y pude ver algo de dolor en su mirada. Quizá se sentía ofendido.

-Está bien, me voy- Desapareció en dirección a las escaleras.

Sebastián me tomó posesivamente de la cintura, no me importó. Me recargó en la pared, la temperatura pronto comenzó a subir  ¿era otro de sus efectos? Bueno, seguíamos en verano. Me quité la chamarra y la tiré en el suelo, pasé mis brazos por su cuello y sonreí coqueta, le di un beso en la barbilla. Él levantó mi blusa y subió sus manos por mi espalda, comenzó a besarme y la felicidad y el deseo que sentí no se podrían explicar. Era demasiado adictivo. Sus labios fueron a mí oído y me hicieron cosquillas cuando me susurró:

-¿Te parece si caminamos un poco?


-Está bien - Fue lo único que pude pronunciar. Estar tan cerca de él me provocaba un escalofrío excitante.

-Supongo que tendrás algunas preguntas ¿no?- Habíamos llegado al jardín que se encontraba a espaldas del castillo, era el que había dicho Kashmir, el que daba al bosque.

-Si, algunas - Musité tomando el cuello de su camisa con coquetería mientras me le acercaba.

-Pues comienza - Respondió con una sonrisa, parecía complacido con mi actitud.

-¿Qué es exactamente lo que sabes de mi?- Pregunté pasando un dedo por su pecho, yo no suelo ser así con los chicos pero él podía sacar mi parte más ¿sensual?

-Sé que vienes de una familia de licántropos muy interesante.

Rodé los ojos.

-¿Interesante? ¿Te refieres al hecho de que en mi familia sólo se den mujeres lobo? ¿Que ningún hombre ha nacido con el gen?

-Así es - Recorrió con uno de sus dedos mi cuello, eso hizo que temblara pero no de miedo sino de placer.

-¿Cómo es que lo sabes?

-Tu familia es muy conocida ¿cómo no saberlo?

-¿Conocida? - Casi me reí, no teníamos nada del otro mundo. Vivíamos en una comunidad normal donde nos trataban normal. Y en lo referente de las criaturas mágicas, esta escuela es el primer contacto que tengo con ello. Y no me parece que la gente me señale con el dedo o algo así.

-¿No lo sabes? Bueno, deberías preguntárselo a tus padres y no a mí - Puso sus manos en mi cintura y me acercó a su cuerpo, su aroma resultaba embriagante y demasiado seductor. Rozó sus labios con los míos volviéndome loca con el simple tacto, después me besó y su lengua pidió permiso para profundizar el beso.
Permiso concedido.

No hablamos de mucho más, él me contó que había nacido en Francia en 1699. Lo que me confundió fue cuando dijo que sus padres también eran vampiros, que ellos no se convertían sino que nacían así. Traté de ocultar mi cara de sorpresa, quizá tomaría prestado alguno de los libros de Kashmir…
Seguimos tonteando un rato más entre besos y caricias hasta que las cosas comenzaron a salirse un poco de control.

-De acuerdo. Cita terminada, llévame a mi habitación.

-¿No prefieres ir a la mía? -Me dijo mientras mordía el lóbulo de mi oreja.

-Tentador - demasiado - pero otro día aceptaré la oferta- respondí con una mirada traviesa. Y vaya que sí aceptaría, mi cuerpo sólo exigía más y más de él. ¿Estaba loca? Quizá, pero valía la pena.

-Lo esperare con ansias - Susurró mientras volvía a colocar sus labios sobre los míos, me aferré a su cabello para estar lo más cerca posible de él. Cada vez se me hacía más difícil resistirme.

-Creo que mejor me voy yo sola- Susurré divertida mientras él se despegaba de mis labios

-No, te acompaño - Tomó mi mano y salimos de ahí. Cuando llegamos a los pasillos femeninos me aseguré de recoger de vuelta mi chamarra.

-Me voy... a menos que quieras que me quede – Sugirió cuando estuvimos a fuera de mi habitación. Enarcó una ceja y me mordí el labio.

-Será mejor que te vayas- Rogaba internamente porque se quedara toda la noche conmigo pero estaban Areli y Kashmir presentes y no me quería imaginar qué haría Kashmir si veía a Sebastián en la cama conmigo.

-Te veo mañana – Depositó un último beso en mis labios y me guiñó un ojo.
Entré al cuarto y cerré la puerta con cuidado, estaba feliz. Me aventé a la cama sin importarme si hacía ruido.

-¿Dónde estabas? – Preguntó la voz somnolienta de Kashmir, parecía una niña pequeña mientras se frotaba los ojos tratando de despertar.

-Fui al baño – Bendita sea la escuela y sus baños que odiosamente tenemos que compartir con las demás – Descansa.

Ella encendió la lámpara que estaba en su mesita de noche y vi sus mejillas sonrojadas y los ojos llorosos. Regresé a la realidad y me sentí un poco mal por ella. Ahora tenía un aspecto más infantil y de alguna manera salió mi lado protector.

-¿Estás bien? – Me levanté y caminé hacia ella.

Sonrió como pudo y asintió.

-Toda la noche he tenido sueños extraños.

-¿Recuerdas algo de ellos? – Para mi sorpresa, ella asintió.

-No demasiado, pero algo. Te cuento mañana, es sobre Ian. Ahora quiero dormir – De pronto, sus ojos se abrieron con sorpresa para después fulminarme. - Con que al baño ¿eh? ¿Y qué haces vestida? Yo recuerdo haberte visto con pijama cuando dormimos.

-Así como tú, te cuento mañana – Me encogí de hombros y regresé a la cama, aliviada de que ella me diera una buena excusa para posponer la verdad.

Estuvo de acuerdo a regañadientes y no tardó en quedarse dormida, si ella hacía algo bien era dormir a voluntad en el momento que fuese.

Cerré mis ojos, y en la oscuridad, la magia de Sebastián regresó con fuerza. Sonreí con unas ligeras cosquillas en mis labios, lo último que recuerdo es haber susurrado su nombre antes de quedar dormida.



Narra Kashmir:

Ya habían pasado dos semanas desde nuestro primer día escolar en la academia ‘Sueños Rojos’ donde te puedes topar con tu peor pesadilla y convertirte en su amiga. Ian había tratado de mantener una relación sin violencia (traté de arañarlo en varias ocasiones para que no se me acercara) y él aún continuaba sin saber que yo era un gato, lo que me producía infinita diversión por tener ventaja sobre él. Una inútil ventaja, claro, pero se partía la cabeza tratando de averiguarlo. Pronto Ian y Eliot me contarían sobre mis vidas anteriores y eso hacía que tratara de llevar las cosas en paz ya que cada arañazo nuevo era un día más de retraso… me lo hubieran dicho hace ya varios días, pero Ian aún me pone los pelos de punta.

Y sobre Sofía, ya sé la estúpida relación auto suicida que tiene con Sebastián pero no puedo decirle nada porque yo tengo que estar forzosamente unida a Ian. Y si, como dice Eliot, en otras vidas fuimos tan amigos no dudaba de que pronto se repitiera. Pero claro que no me crucé de brazos, tan pronto como pude pedí permiso para llamar a mi hermana con la excusa de que pronto se casaría y yo era la madrina. La secretaría no dudó de mí y me dejó llamarla aunque, la verdad, es que le pedí que me enviara una poción repelente de vampiros. Antier la recibí y traté de verterla en el perfume de Sofía, Ian me atrapó y pensó que era para alejarlo a él así que la tiró por la ventana. Digamos que me gané tres días de retraso para que me dijeran sobre mi pasado después de que él hiciera eso, y ahora le debo un perfume a Sofía.

Ella salía por las noches con Sebastián y en cada oportunidad que tenía en el día, lo mantenían en secreto y probablemente eso era lo que más me molestaba ¿Qué problema hay hoy en día con los noviazgos oficiales?

Blanca, por supuesto, también me sermoneó a mí de que ella sólo buscaba mí bien, que sabía que Ian era un buen chico pero que lo mejor era que me mantuviera alejada. Me negué rotundamente y cada vez que me mira lo hace con lastima, odio eso.

El primer sábado tuvimos clase de especialización mágica, en donde los humanos se van al pueblo y nosotros aprendemos sobre nuestra naturaleza. Los chicos normales piensan que se elige por sorteo quiénes van el sábado al pueblo y quiénes el domingo.

Sólo tuvimos teoría sobre un resumen de muchas criaturas, era como cualquier clase de historia pero mejor o por lo menos para mí, Sofía casi se queda dormida cuando nos contaron sobre la guerra de los trasgos franceses contra los duendes de Noruega.

El domingo visitamos el pequeño pueblo que estaba a unos veinte kilómetros de la escuela, era encantador pero a Areli le pareció aburrido. Visité una tienda de artefactos antiguos donde una señora mayor me trató de convencer de comprar una taza de té de porcelana de 1900, yo estaba encantada pero quería algo más. Encontró un reloj antiguo que me fascinó pero era algo caro así que prometí regresar por él otro día.

Eliot y yo nos habíamos acoplado bastante bien, hablábamos muy seguido y él se aseguraba de que no le hiciera nada a Ian ¿¡Yo, hacerle algo a él?! ¡¿No debería ser al revés?! ¡Eliot debería asegurase de que Ian no me hiciera daño! Estaba claro quién era el favorito.

-¿En qué piensas? – Pregunta Sofía mientras llega a la habitación, tiene ropa deportiva puesta. En una semana más sería la primera prueba para saber si entraban a competir en el concurso de baile oficial.

-En que Ian es el favorito de Eliot – Entrecerré los ojos.

-Aún no me acostumbro a la idea de que ese par sean tus amigos – También le había contado sobre ello después de que casi me abalanzo contra Eliot tratando de conseguir más información.

-Aún no me acostumbro a la idea de que te besuquees con ese vampiro odioso y presumido.

-Tan linda como siempre – Contesta con sarcasmo Sebastián mientras entra a la habitación. Rodé los ojos.

-¡Perfecto! ¿Ahora también nos visitas? ¡Qué alegría! ¿Te apetece algo? – Contesté con el mismo tono. Me levanté de mi cama y me preparé para salir al jardín, hoy era domingo, día libre.

Bajé al vestíbulo. Debía admitir que comparado con Sebastián, idolatraba a Ian. Caminé hacia él en cuanto lo vi, se alejó un par de pasos.

-¡Ya te pedí perdón por el perfume! ¡Te ayudaré a pagarlo! Sólo, ¿puedes dejar de golpearme y rasguñarme?

-Si hoy me dicen la verdad tú y Eliot, te bajo la luna.

-Cuenta con ello – Sonrió de lado.

-¿Seguro que tú eras mi amigo en otra vida?

-Sí… - retrocedió varios pasos – ven – me pidió.

Lo seguí, me guió hasta la torre norte. En ella no había ningún tipo de aula ya que era la que tenía menor tamaño. Esto no era bueno, aún no se me borraba la información de los vampiros violadores. Me aseguré de estar cerca de la salida.

-Tenías una poción contra vampiros, debes de ser una bruja – Ian sonrió con autosuficiencia.

-Claro que no. Pude habérsela pedido a Areli – Sonreí de la misma manera y él me fulminó con la mirada.

-Algún día lo sabré.

Me encogí de hombros.

-Me alegro de verlos aquí – Habló Eliot llegando a la torre.

-Todos nos alegramos de ello, ¡ahora cuéntenme! – Me senté en el suelo emocionada.

-Primero dinos qué sabes tú – Pidió Eliot.

-¿Saber? No sé nada, para ello necesito estar segura. Nunca veo sus rostros, sólo escucho su voz en mis sueños. A veces hay ciertas cosas que me ponen triste casi hasta la demencia y normalmente me siento cómoda con las cosas antiguas. Hay veces que ciertas imágenes me hacen sentir en otro lugar y otro momento diferente al que vivo ¿Todo eso tiene algo que ver?

-De alguna manera. Comenzaremos a contarte poco a poco ¿de acuerdo?

-Como quieran pero háganlo ya – Decir que estaba ansiosa se quedaba corto.

-Según lo que creemos, y no está comprobado, no todas las personas reencarnan. Quienes lo hacen es por ¿decisión propia? Sí, creo que podríamos decirlo así. Si hay algo que te hace seguir queriendo permanecer en la tierra, renaces. No sabemos con exactitud cuántas vidas has tenido pero nosotros te conocimos por primera vez en el siglo XIX – Eliot sonrió por primera vez desde que llegó, se estaba tardando – naciste como vampira.

Jodeme la vida.

-No todos nacemos en la misma línea familiar. Yo recuerdo todo porque no he muerto – Aclaró Ian – Eliot ha nacido en distintas líneas familiares pero curiosamente siempre tiene el mismo don; un dragón que viaja en el tiempo.

Eliot sonrió orgulloso de ser una rareza viviente.

-Tú también has nacido en distintas líneas familiares, en 1800 naciste como vampira pero eso jamás se ha vuelto a repetir. Los vampiros pueden morir, aunque no con la misma facilidad que un humano. Tus padres fueron asesinados y en esa época te llevaron con la familia de Eliot, ellos te adoptaron. Por supuesto que guardaron el secreto para que no te mandaran a la hoguera.

-¿Eras como mi hermano? – Pregunté a Eliot y me complació que asintiera – ¿Cómo te conocí a ti? – Me dirigí a Ian.

-Ya tenías edad para presentarte en sociedad y un hombre viudo y de buena posición social no tardó en pedir tu mano. A ti te daba igual, no tenías gran motivación en ese entonces. Me mudé a París y ahí te conocí, nos hicimos amigos.

¿Era francesa? Todo se quedó en silencio, el ambiente comenzó a cambiar de emocionante a tenso.

-¿Qué pasó después?

-Mis padres te conocieron… – Ian parecía lamentarse ¿Qué tenía de malo eso? – Y te eligieron como mi esposa – Jodeme la vida de nuevo – Ni tú ni yo hemos tenido una relación romántica así que te negaste pero yo acepté, eras mi amiga y no dejaría que te casaras con un tipo que se rumoreaba era violento. Esa es toda la historia.

-¿Qué? Me casé contigo y, ¿fin de la historia? ¿Es enserio?

-Nunca pasó nada entre nosotros, ni siquiera un beso. Fin de la historia. Te asesinaron en 1819, un día que yo estaba fuera del país, los mismos idiotas que asesinaron a tus padres. Eliot te buscó en las líneas del tiempo durante muchos años. Como sabrás, el futuro es incierto siempre está en constante cambio, pero, logró encontrarte de nuevo en 1892 justo cuando él estaba a punto de morir, fue su último viaje. Eliot no sabía si volvería a renacer así que me dio pistas para que yo pudiera buscarte de nuevo.

Sentí un cosquilleo inquietante y el comienzo de un dolor de cabeza, quería saber más pero mi mente parecía suplicar un pequeño descanso.

-¿Para qué buscarme?

-Éramos muy amigos – Me explicó Eliot pero aún seguía sin comprender. ¿Tal grado de amistad teníamos?

-¿Por qué me asesinaron?

-Problemas territoriales entre vampiros. Tu padre era la segunda pareja de tu madre, su primer esposo acabó con todo lo que él consideraba ‘traición’ incluyéndote a ti.

¿Problemas territoriales? ¿De qué habla? ¿Casarte con alguien se convierte en tu territorio aún después de una separación?
Mi mente ya no quería aceptar más información así que comenzó a poner una barrera en la que se me hizo difícil determinar qué era real y qué no.

-¿Qué pasó después?

-Naciste en 1892, te busqué – Ian me sonrió – te vi crecer hasta que cumpliste cinco años. Tuve que irme y nos reencontramos en Inglaterra en 1912, cuando cumpliste los veinte.

Inglaterra… 1912.

-¿Qué fecha exactamente?

-10 de abril. Ha sido la única vida donde has pertenecido a la clase social alta desde el nacimiento – Eliot trató de quitarle peso a la noticia con eso último.

Los ojos se me abrieron de par en par, me quedé sin habla.

-Eras completamente humana así que fue bastante divertido explicarte por qué yo no había cambiado mi apariencia en los quince años que no nos vimos – Ian sonrió un poco triste.

-Yo me encargué de encontrarme primero con Ian, lo había visto todo en un viaje en el tiempo. Tuve que quedarme en tercera clase pero ni así logré salvarme de una buena deuda, por supuesto que yo no sabía que se iba a hundir.

Me sentí cansada. De un tiempo para acá me desgastaba pensar en el tema, aunque ahora que confirmo que estuve ahí resulta agotador.

-No quiero hablar de ello – Me levanté del suelo, no me sentía satisfecha con la información y no me sentiría así hasta verlo con mis propios ojos – Gracias por contarme esto.

-Te diremos más en otra ocasión – Estuvo de acuerdo Ian. Me mareé un poco y Eliot me agarró del brazo antes de caer al tropezar con mis propios pies.

-Quizá lo mejor será llevarte a tu habitación.

Recordé que quizá ahí estaba Sofía con Sebastián y que su relación era secreta. Gruñí internamente, nada me gustaría más que descansar un poco. Recurrí a la biblioteca y traté de fingir leer un libro, el dolor de cabeza comenzaba a ceder pero me sentía adormilada.
                                           .            .              .
Me transformé en gato y agité mi cola contenta, me sentía más libre de esta forma. Corrí hacia el edificio de los dormitorios masculinos y me aseguré de subirme a los árboles para alcanzar la ventana del dormitorio 27 - B. No tenía idea del número de dormitorio de Eliot, Areli estaba en la sala de baile practicando ballet y Sofía estaba encima de Sebastián en estos momentos. Yo era un gato muy pequeño por lo que se me dificultó un poco alcanzar algunas ramas pero lo manejé bastante bien, me planté en el pequeño hueco que dejaba la ventana y observé.

Ian preparaba una toalla y varios articulo de baño, aprecié en su brazo que tenía un ligero tatuaje con tinta falsa. Sonreí juguetona. A mí también me gustaba pintarme el cuerpo con plumones o cualquier cosa que tuviera tinta. Sofía insistía para que me hiciera un tatuaje como el de ella pero yo me negaba, prefería recurrir a aquella tinta que se borraba al bañarme y hacer un dibujo nuevo cada día. El hechicero rubio (el cual jamás me molesté en preguntar su nombre) estaba leyendo un libro en su cama y, como ya sabía, Sebastián estaba ausente. Ian desapareció pero yo no me fui, esto no lo hacía porque tuviera interés en espiarlo sólo no había nada mejor que pudiera hacer.

Comencé a pensar en eso de que hubiéramos estado casados hace ya casi dos siglos y no sentí emoción en ello. Debió ser un juego divertido para los dos poder convivir en la misma casa sin que nadie nos dijera algo, en mi mente llegó la imagen de una sala muy humilde con una encantadora chimenea encendida, nosotros junto a ésta platicando animadamente aunque mi cabello y rostro fueran diferentes. ¿Un recuerdo? No lo sé. Me alegra, aunque aún prefiera guardar las distancias con él.

Ian regresó después de algunos minutos, sin camisa y secándose el cabello con una toalla. Pude apreciar un pequeño rasguño en su pecho, me sentí satisfecha y culpable a la vez. Traté con todas mis fuerzas de imaginarme viéndolo así todos los días cuando estaba casada con él y luché por encontrar algún rastro de sentimiento, atracción o emoción que me hubiera quedado... no obtuve nada. Me sentía tan vacía como una roca, claro, si quitamos el pequeño aprecio que le agarré después de haberlo rasguñado y después de que me contara sobre mi pasado.

Fue el turno del hechicero rubio de tomar sus cosas de baño y salir a la ducha. 
Maullé, aunque por dentro me estaba riendo al ver como Ian se golpeaba con su mesita de noche. Rápidamente puso sus ojos en mí y yo me dediqué a mover mi cola de un lado para el otro y ladear la cabeza a la izquierda, dándome un aire misterioso y adorable. Frunció el ceño y abrió la ventana con cuidado de no espantarme o de no tirarme accidentalmente, antes de tocarme corrí al interior y me senté en su cama. Los pelos se me habían erizado, su presencia no me resultaba muy agradable pero era tolerable después de saber quién era y había sido él. A veces se me iba el aire cuando lo veía, como si me presionaran el cuello con demasiada fuerza, pero ya no era tan seguido.

-Eres muy pequeño, ¿perdiste a tu mamá?– Preguntó con voz dulce y juro que por dentro me estaba partiendo de risa. Trató de acariciar mi cabeza y le enseñé mis dientes, me agazapé y entrecerré los ojos. Todo sin que realmente me diera cuenta – Está bien, si no quieres que me acerque no lo haré.

Acomodó el frasco de tinta que se le había derramado al chocar con la mesita de noche, debió de estar muy distraído porque los reflejos siguen siendo una de sus mejores cualidades. Tomó un pañuelo y empezó a limpiar el desastre, como acto reflejo (tan parecido como cuando traté de defenderme hace unos momentos) me acerqué al extremo de la cama y mojé mi patita en la tinta, la apoyé en su brazo y ronroneé al ver mi huellita como un pequeñito tatuaje. Se quedó muy quieto mientras observaba mi acción y también comencé a analizar lo que había hecho ¿Por qué? Sólo sentí que era algo normal y lo hice, así sin más.

-Kashmir – susurró con una sonrisa, me miró y comprobó que era yo al ver mis ojos – Definitivamente eres tú.

Me encontraba de piedra, el mundo se me vino abajo y estaba muy lejos de estar feliz. ¿Qué había hecho? ¡Le había confesado lo que era! Un momento… ¡yo no hice nada! Sólo mojé mi patita en la tinta y le pinte un dibujo de ella.

-Vamos, ya sé que eres tú – Siguió limpiando – Ahora sé por qué tantos rasguños y ninguna cachetada.

Me transformé y aparecí sentada en su cama, noté que le causó sorpresa pero trató de disimularlo.

-¿Cómo? – Pregunté decepcionada de mí misma.

­Me enseñó la tinta.

-Antes jugábamos a hacernos garabatos o grabarnos nuestros nombres con esto en la piel – Entendí que el ‘antes’ era ‘en las otras vidas’ - ¿Cómo lo haces? Aparecer con ropa, me refiero.

Agarré su almohada y le di en la cabeza con ella.

-¿Esperabas que me apareciera desnuda, así sin más?

-¡Para! – Agarró la almohada y creí escuchar una risita antes de que detuviera mi ataque – Sólo era una pregunta, además no sería la primera vez que te viera desnuda.

Los colores se me subieron a la cara ¿qué clase de psicótica amistad con síndrome de exceso de confianza teníamos ‘antes’?

-¡Pervertido! – Lo acusé con un dedo y me tapé con la sabana de su cama como si realmente estuviera viéndome como vine al mundo.

-Vamos, Kashmir. No íbamos a nadar en el lago con ropa – Rodó los ojos y luego me miró burlonamente – ah, lo olvidaba. No recuerdas nada.

Me le lancé y comencé a golpear su pecho, él sonrió y agarró mis muñecas. Traté de liberarme pero no lo conseguí, resoplé e Ian se echó a reír, al final seguí su ejemplo

¿Por qué me estaba riendo? En estos momentos de verdad sentía aprecio por él, de verdad lo sentía mi amigo o mi hermano.

Se sentó en la cama, yo subí y crucé mis piernas.

-Hay algo que no entiendo.

-Hay muchas cosas que no entiendes.

-Cuando me contaron sobre mi vida dijiste que tus padres me habían elegido como tu esposa, y que, si tu aceptaste fue porque éramos muy amigos. Dejaste en claro que sólo por eso, debo admitir que me alivia no tener que lidiar con enredos amorosos, pero, ¿Por qué tus padres me escogieron? ¿También por nuestra amistad?

Su vista se perdió e hizo una mueca.

-No, no es por eso. Eras vampira en ese entonces ¿sabes? Sólo podría tener hijos con una vampira o con una humana estéril.

Asentí, eso lo había leído en el libro de Blanca. Los vampiros se reproducen entre ellos o con humanas estériles dado que ellas no pueden tener hijos pero hijos de un hombre humano. También se podrían mezclar otras criaturas pero eso no era nada común.

-Entonces me eligieron para ser la madre de tus hijos – Me era demasiado difícil expresarlo con palabras, era extraño imaginarme como madre - ¿no?

-De alguna manera – Estuvo de acuerdo – simplemente te vieron y me emparejaron contigo.

-¿Los vampiros hacen eso? ¿Emparejan a sus hijos?

-Antes era muy común, ahora hay muchos rebeldes que toman sus propias decisiones. Yo no me quería casar a la fuerza y ya lo habían intentado con otra chica, por supuesto que su plan falló y se vieron muy contentos al verme dispuesto a unirme contigo.

-Pero no te di hijos… ¿verdad?

Se rió.

-Te dije que no pasó nada entre nosotros, ni siquiera un beso. Puedes estar tranquila. Teníamos muy claro que sólo nos importaba nuestra amistad y mis padres creían que quizá darnos un siglo sería suficiente tiempo para que les diéramos nietos – hizo una mueca, la idea le agradaba tanto como a mí.

Sonreí divertida.

-¿Qué harían tus padres si me ven?

-Ni se te ocurra – entrecerró los ojos – jamás intentes comunicarte con ellos, cuando vengan a la academia te avisaré para que los evites.

-¿Por qué?

-Aún no recupero tu confianza así que es justo que mientras pase eso te oculte un par de cosas ¿no? Sólo evítalos.

-No tendrás mi confianza si no me cuentas cosas.

-He terminado de hablar.

-Pero yo no.

-No es tiempo de sacar a relucir lo terca que puedes ser.

Me ensimismé tanto por la atmosfera de amistad que sentía que cuando pronunció la falta de confianza que le tenía la burbuja se rompió y volví a la realidad, a mi nueva realidad.

-Ian – él continuaba limpiando las manchas de tinta que comenzaban a secarse - ¿Sabes por qué te tengo miedo?

Me miró y apartó la vista con pesar.

-Sí.

-¿Me lo dirás?

-Prefiero que lo recuerdes por tu cuenta – Se encogió de hombros.

Traté de recordarme que en esta vida no éramos amigos, sólo compañeros, que era mejor irme antes de que regresara el hechicero rubio.

-Buenas noches – Me levanté de la cama y caminé a la salida, me tomó del brazo y puso su dedo índice en él dejándome su huella digital en tinta negra.

-Tu huella – señaló su brazo – mi huella – señaló el mío y sonrió – Buenas noches.

Le devolví la sonrisa y antes de salir dije.

-Lucharé por ser la favorita de Eliot.

-Ya veremos quién gana – Me guiñó un ojo y me preparé para ir a la sala de reunión, aún había tiempo para estar lo más lejos posible de Sebastián y Sofía. Al entrar me encontré a Eliot y al ver mi brazo suspiró aliviado.

-Yo sabía que serías razonable.

-Esto no es una bandera de tregua – Aunque quizá… quizá sí lo fuera.
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¿Les gustó? 
Sofía tiene problemas con el internet pero haremos hasta lo imposible por subirles otro capítulo la próxima semana.
Parece que los trailers les han gustado (Yeii :DD) 
Y la encuesta ha registrado hasta el momento 12 Kirss Rossas y a todas les ha encantado la historia :') ¡Eso nos pone muy contentas! 
Este mes tendrán otra sorpresa especial.
Esperemos estén teniendo un buen comienzo de año.
Muchísimos besos
Sofía&Kashmir.


3 comentarios:

  1. Aaaaaaaaaay *.*
    ¡Nos habéis desvelado muuuchas cosas con este capítulo! Y aún estoy tratando de asimilarlas... xD
    Así que ellos dos se casaron O.O
    Y ahí está la pregunta del millón: ¿por qué le tiene miedo?

    Bueno chicas, esperaré con muuchas ganas el próximo capítulo ;)

    Un beso :D

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  2. Solo puedo quedarme con la boca abierta. Son tantas cosas... y como siempre me dejais en ascuas!!! El pasado de Kashmir me intriga una barbaridad!!! Y el buen rollito que se ha traido con Ian ese rato ha molado un monton!!!!! Bueno esperemos que Sofia no se meta en muchos lios con lo que se trae con Sebastian!!!
    Espero el proximo capitulo!! Un beso a las dos!!!!

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  3. Me gusta
    hahaha
    ya me estoy poniendo al corriente...
    ...Lo unico que me enoja es que no sienta
    nada por Ian, si esta guapo y es divertido...
    y si, solo son amigos...Pero bueno, eso es
    lo unico que le pongo peros.
    Besos,Nadia.

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